La
prisa le había hecho salir de su casa descalzo y pensó que lo mejor
que podía hacer era regresar y curarse los pies. De camino su única
preocupación era la de no encontrarse con algún vecino que viese que iba con
ellos desnudos y sangrando.
Cuando llegó se dio cuenta de que se había dejado la puerta abierta y al entrar escuchó como por la radio antigua que usaba a diario salían las notas de una canción de Ray Charles que le acompañaron al cuarto de baño.
Cuando llegó se dio cuenta de que se había dejado la puerta abierta y al entrar escuchó como por la radio antigua que usaba a diario salían las notas de una canción de Ray Charles que le acompañaron al cuarto de baño.
Se
lavó los pies, se aplicó yodo en las heridas y después unas vendas
en las zonas donde las erosiones habían sido más profundas.
No
sabía en qué dar, sentía una desazón que ni el segundo Dr Pepper
pudo calmar. Abrió un viejo álbum que había comprado en
una tienda de antigüedades y se puso a ver cada una de las fotos, y a
inventar una historia que las uniera a su vida. Igual que aquella instantánea
enmarcada de la mesilla de su habitación, la que había comprado en un
mercadillo y que para él hacía la función de madre.
Empezó
a sentirse como en aquellos días en los que bebía demasiado, no se
hallaba. Se calzó con cuidado, cerró la puerta a conciencia y
cuando estaba metiendo las llaves en el bolsillo se dio cuenta de que
se había dejado la radio encendida otra vez, pero no le importó. No podía
quedarse más en casa, no podía...
(continuará...)
Mr.
Blue