Queridas mías:
Desde que os habéis marchado esta vida ya no parece tener mucho sentido, no sé dónde he dejado la memoria, creo recordar que la puse dentro del baúl donde va a caer todo eso con lo que no sé que hacer pero cuya construcción espero retomar alguna vez.
Recuerdo aquellas tardes en las que salíais a pasear para regocijo de todos, erais una fuente que manaba abundante inundando aquel ordenador español, en anocheceres de compañía selecta de bebidas combinadas y nicotina, con humo que llegaba a las venas, en la terraza que daba a ninguna parte, desde la que se veía el sol eléctrico que iluminaba las noches y que hacía que aquel pájaro no dejara de graznarme, una vez y otra, como si me estuviera avisando de que un día os ibais a marchar y entonces me sentiría aún más inútil.
Parecíais surgir como fuegos fatuos de cementerios de amor, de pantanos de sentimientos reprimidos desde hacía tantos años, y os fuisteis poco a poco, hermosas, pero tomando un camino equivocado, y quizá acabásteis en un oscuro y pacífico océano de basura o encarceladas en una caja de cartón llena de objetos para olvidar. No supe marcaros el rumbo correcto, no sabía que aquel astrolabio que usaba estaba errado en sus cálculos, o eso pensé; nunca aprendí usar el quintante, creí que no era necesario por mi dominio abrumador del sextante, pero me equivoqué... y no supe enviaros a donde deberíais, os dirigí a la nada, y allí probablemente os despreciaron. Y yo, ignorante, como siempre, pensé que seríais eternas, que erais el significado perfecto del símbolo matemático del infinito y que incluso podríais formar un De sectionibus conicus como simple entretenimiento.
Ahora si os necesito, no estáis, y cuando fugazmente encuentro vuestro rastro siento que no os necesito, ya no hacéis que funcione mi fábrica de metáforas, símiles y retruécanos... ya sólo hay producción de paradojas.
Se me fue la astrolabia.
Desde que os habéis marchado esta vida ya no parece tener mucho sentido, no sé dónde he dejado la memoria, creo recordar que la puse dentro del baúl donde va a caer todo eso con lo que no sé que hacer pero cuya construcción espero retomar alguna vez.
Recuerdo aquellas tardes en las que salíais a pasear para regocijo de todos, erais una fuente que manaba abundante inundando aquel ordenador español, en anocheceres de compañía selecta de bebidas combinadas y nicotina, con humo que llegaba a las venas, en la terraza que daba a ninguna parte, desde la que se veía el sol eléctrico que iluminaba las noches y que hacía que aquel pájaro no dejara de graznarme, una vez y otra, como si me estuviera avisando de que un día os ibais a marchar y entonces me sentiría aún más inútil.
Parecíais surgir como fuegos fatuos de cementerios de amor, de pantanos de sentimientos reprimidos desde hacía tantos años, y os fuisteis poco a poco, hermosas, pero tomando un camino equivocado, y quizá acabásteis en un oscuro y pacífico océano de basura o encarceladas en una caja de cartón llena de objetos para olvidar. No supe marcaros el rumbo correcto, no sabía que aquel astrolabio que usaba estaba errado en sus cálculos, o eso pensé; nunca aprendí usar el quintante, creí que no era necesario por mi dominio abrumador del sextante, pero me equivoqué... y no supe enviaros a donde deberíais, os dirigí a la nada, y allí probablemente os despreciaron. Y yo, ignorante, como siempre, pensé que seríais eternas, que erais el significado perfecto del símbolo matemático del infinito y que incluso podríais formar un De sectionibus conicus como simple entretenimiento.
Ahora si os necesito, no estáis, y cuando fugazmente encuentro vuestro rastro siento que no os necesito, ya no hacéis que funcione mi fábrica de metáforas, símiles y retruécanos... ya sólo hay producción de paradojas.
Se me fue la astrolabia.
The Constant Sorrower
1 comment:
Sólo pa comentarte que he descubierto uno de tus más oscuros secretos (ja, ja, ja... risa siniestra)y que soy una gran "fans" tuya. Eres el mejor!
Post a Comment