El
choque de Crush
Una
placa explicativa a quince millas al norte de Waco, en el condado de
McLennan, marca el sitio en el que sucedió el "Crash at Crush".
El 15 de
septiembre de 1896, más de cuarenta mil personas acudieron en tropel
a Crush para presenciar una de las acrobacias publicitarias más
espectaculares del siglo XIX: un accidente de tren planificado.
El
hombre detrás de aquel evento tan poco usual fue un tal William
George Crush, un trabajador de la compañía de ferrocarril
‘Missouri-Kansas-Texas’ (M-K-T) que en 1895 propuso y logró
convencer a los gerifaltes de M-K-T de que la compañía montase un
accidente como atracción publicitaria.
Durante
el verano de 1896 se distribuyó por todo el gran estado de Texas
propaganda en papel de lo que se denominó "el choque
monstruoso". Muchos periódicos del estado iban informando de
los preparativos y tal fue el revuelo que incluso algunos diarios de
otros estados se hicieron eco del asunto y empezaron a hablar del
tema.
Todo
marchaba sobre ruedas, la estrategia publicitaria de Crush había
sido un éxito y las oficinas del ferrocarril de la M-K-T estaban
desbordadas con peticiones de billetes para asistir al choque.
La
idea era hacer colisionar entre ellas dos viejas locomotoras con vagones vacíos . La “Vieja 999” se había pintado de verde brillante
y la “1001” de rojo, y ambas hicieron un tour por todo el estado
para publicitar el espectáculo. Las estaciones por donde pasaban se
llenaban de curiosos que querían comprobar de primera mano que
aquello no iba a ser un engaño...
Como
escenario de su espectáculo, Crush seleccionó un valle poco
profundo justo al norte de Waco, convenientemente ubicado cerca de la
ruta Waco-Dallas cuyo trayecto comercializaba la empresa.
A
principios de septiembre, unos quinientos trabajadores tendieron
cuatro millas de vías para la colisión, y construyeron, además,
una tribuna para invitados de honor, tres puestos para presentadores,
dos oficinas de telégrafos, un puesto para periodistas y un quiosco
de música. Se montó un restaurante en una carpa prestada por el
circo de los Ringling Brothers, y se construyó un gran feria con
docenas de espectáculos “medicine show”, pequeños puestos que
hacían las veces de casinos y varios para la venta de viandas. Se
instaló también un letrero para informar a los pasajeros de que
habían llegado a Crush, en el estado Texas.
George
Crush le dijo a un periodista que esperaba unos
veinte mil espectadores. Por dos dólares
cualquier persona que viviese en el gran estado de Texas podía
comprar un billete de ida y vuelta para el evento… una ocasión que
no podían dejar escapar.
El primero de los treinta y tres trenes de
pasajeros sin un solo asiento libre llegó al amanecer del 15 de
septiembre. Antes de las tres de la tarde de aquel mismo día más
de cuarenta mil personas estaban ya situados en la zona de picnic, escuchando
discursos políticos y esperando el gran choque.
A las cinco de la tarde las
locomotoras No. 999 y la 1001 se alinearon en los extremos opuestos
de las vías. Crush apareció montando un caballo blanco y trotó al
centro de la pista. Levantó su sombrero blanco y después de una
pausa lo bajó bruscamente. La gente empezó a
aplaudir enaltecida.
Las
locomotoras arrancaron y con rugidos de vapor empezaron a dirigirse
hacia su embestida. Bastante antes de que alcanzaran los 150 Km/h los
maquinistas saltaron en la zona que los técnicos habían marcado
como segura. Hubo un estrudendo ensordecedor... y aquello se
convirtió en un amasijo de astilllas volantes, carbón al rojo vivo y humo.
A
pesar de las medidas de seguridad tomadas y de los cálculos que se
habían hecho el día anterior, tras los primeros segundos de
confusión, los ingenieros se dieron cuenta de que las calderas de
ambas máquinas habían estallado en el choque. El cielo se había
llenado de una metralla de hierro, enormes astillas de madera y
tornillería que en su vuelo expansivo terminó con la vida de tres
personas e hirió de gravedad a al menos otras seis.
Tras
ver el espectáculo y sufrir la posterior confusión la gente comenzó
a irse a casa. Las tiendas, los puestos y las casetas se desmontaron
y al caer la noche, Crush, Texas, dejó de existir para siempre.
Muchos
asistentes se llevaron fragmentos del choque como recuerdo y el resto
lo limpió la cuadrilla de personas contratadas para el desescombro.
La
compañía de ferrocarriles de Katy liquidó rápidamente todas las demandas de daños que se presentaron con pagos en efectivo y
con billetes de tren gratuitos de por vida.
En cuanto a George Crush, el
ferrocarril lo despidió ipso facto aquella noche, pero lo volvieron
a contratar al día siguiente por aquello de que era mejor tenerlo
en casa callado que no afuera dando mala publicidad.
Mr. Blue
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