El día de San Patricio se ha hecho ya una fiesta global mundial universal, da igual el lugar el mundo en el que estés, o te encuentras con un irlandés o das con alguien que dice tener sangre irlandesa, todo el mundo quiere ser irlandés, no lo dudes, si no me crees vuelve a ver lo que dice Morgan Freeman al principio de Million Dollar Baby.
Nunca he encontrado en el camino a alguien que haya vivido en Irlanda y hable mal de ese país, los irlandeses son todos gente maravillosa, verdaderos samaritanos, todos buenos, nobles y leales. Irlanda es el país favorito de cualquier persona que haya vivido en él, Dublín es la capital mundial del bienestar, de la felicidad completa… Ay... República de Irlanda, Eire, Paddyland…
Desde siempre los irlandeses han sido, son, y pronto dejarán de ser emigrantes, el principal motivo de éxodo fue el llamado hambre de la patata de 1845 al 1849 un potente motor de inmigración porque no hay nada peor que un estómago sin nada, bueno quizá un corazón vacío, o quizá ambos. El caso es que los destinos preferidos, determinados por el idioma, fueron sobre todo Australia, Estados Unidos y Gran Bretaña. En este último país hasta hace relativamente poco a los paddies se les llamaba “los negros de Europa”, los irlandeses hacían cualquier tipo de trabajo que se les pidiera, eran luchadores y sufridores natos.
A donde fuera que emigraran con ellos se iba la festividad nacional, St. Patrick’s Day, resumida de forma muy básica como sigue: cerveza, canciones tradicionales, baile y comida; que para nuestra desgracia se han convertido en cerveza con colorante verde y mal servida por las prisas, canciones de cualquier tipo (sobre todo de estilo “celta”) y comida rápida. A eso hay que sumarle los cientos de gilipollas con gorros de color verde, camisetas que dicen: “Kiss me, I´m Irish” y discursos del tipo: “Know what? My great grandfather was Irish, dude…” y para más inri a veces el que te lo dice es de un color que te hace sospechar de que algo no cuadra bien, porque ni siquiera su lengua logra ponerse verde.
Nunca he encontrado en el camino a alguien que haya vivido en Irlanda y hable mal de ese país, los irlandeses son todos gente maravillosa, verdaderos samaritanos, todos buenos, nobles y leales. Irlanda es el país favorito de cualquier persona que haya vivido en él, Dublín es la capital mundial del bienestar, de la felicidad completa… Ay... República de Irlanda, Eire, Paddyland…
Desde siempre los irlandeses han sido, son, y pronto dejarán de ser emigrantes, el principal motivo de éxodo fue el llamado hambre de la patata de 1845 al 1849 un potente motor de inmigración porque no hay nada peor que un estómago sin nada, bueno quizá un corazón vacío, o quizá ambos. El caso es que los destinos preferidos, determinados por el idioma, fueron sobre todo Australia, Estados Unidos y Gran Bretaña. En este último país hasta hace relativamente poco a los paddies se les llamaba “los negros de Europa”, los irlandeses hacían cualquier tipo de trabajo que se les pidiera, eran luchadores y sufridores natos.
A donde fuera que emigraran con ellos se iba la festividad nacional, St. Patrick’s Day, resumida de forma muy básica como sigue: cerveza, canciones tradicionales, baile y comida; que para nuestra desgracia se han convertido en cerveza con colorante verde y mal servida por las prisas, canciones de cualquier tipo (sobre todo de estilo “celta”) y comida rápida. A eso hay que sumarle los cientos de gilipollas con gorros de color verde, camisetas que dicen: “Kiss me, I´m Irish” y discursos del tipo: “Know what? My great grandfather was Irish, dude…” y para más inri a veces el que te lo dice es de un color que te hace sospechar de que algo no cuadra bien, porque ni siquiera su lengua logra ponerse verde.
Todos queremos ser irlandeses, todos.
Sin embargo esa visión de bondad no siempre fue así, los irlandeses emigrantes solían provenir de zonas paupérrimas, cuidaban poco la higiene personal, hablaban con un acento casi incomprensible, la tasa de analfabetismo era alta, eran ultra católicos, con familias muy numerosas, con un extenso nivel de alcoholismo y por ende malos tratos… incluso tenían fama de sodomitas. Hay un término de jerga británica antigua que se refería a esa curiosa afición: “the Irish job" denominado así porque era la única forma de contracepción de la que disponían y sobre la que la Iglesia obviaba cualquier comentario, por lo que no estaba explícitamente prohibida.
Los irlandeses no eran bien aceptados, el famoso cartel “no Irish need apply” cuando se solicitaba un empleado en algún comercio es un ejemplo más de que los patrones tampoco confiaban en las maneras de los rudos inmigrantes. Todo aquel ambiente de recelo general les llevó a formar guetos en los que vivían y a defender su nacionalidad, lo que hizo que nunca se perdiera el orgullo de ser nacido en Irlanda ni que el día nacional del país dejase de celebrarse por todo lo alto, algo que se mantuvo en el tiempo.
Poco a poco los paddies se fueron mezclando con otras culturas, la fiesta se abrió a todo el mundo y ahora no es raro encontrar un cartel en la puerta de un bar de Navalcarnero que diga “ven a celebrar el día de San Patricio con nosotros”, la fiesta está totalmente adaptada. El trébol con el que el Santo explicó el misterio de la trilogía católica para convertir a los habitantes celtas de la isla se ha convertido en uno de cuatro hojas que cuelga en ristras de todos los lados; el duende con bombín que corre entre tréboles con un arco iris a su espalda y una olla de monedas de oro en las cercanías, es ahora algo que se reconoce por una marca de cereales de desayuno… la cerveza negra por excelencia ya se puede mamar de una botella sin necesidad de esperar al tiempo de reposado… ya saben clichés de un país, igual que el símbolo de Osborne, la flamenca y el toro banderilleado encima de la tele… pero lo irlandés mola más, por eso no hay unos cereales de desayuno que se llamen Flamenca y Toro, pero sí hay unos que se llaman “Lucky Charms”.
Los irlandeses no eran bien aceptados, el famoso cartel “no Irish need apply” cuando se solicitaba un empleado en algún comercio es un ejemplo más de que los patrones tampoco confiaban en las maneras de los rudos inmigrantes. Todo aquel ambiente de recelo general les llevó a formar guetos en los que vivían y a defender su nacionalidad, lo que hizo que nunca se perdiera el orgullo de ser nacido en Irlanda ni que el día nacional del país dejase de celebrarse por todo lo alto, algo que se mantuvo en el tiempo.
Poco a poco los paddies se fueron mezclando con otras culturas, la fiesta se abrió a todo el mundo y ahora no es raro encontrar un cartel en la puerta de un bar de Navalcarnero que diga “ven a celebrar el día de San Patricio con nosotros”, la fiesta está totalmente adaptada. El trébol con el que el Santo explicó el misterio de la trilogía católica para convertir a los habitantes celtas de la isla se ha convertido en uno de cuatro hojas que cuelga en ristras de todos los lados; el duende con bombín que corre entre tréboles con un arco iris a su espalda y una olla de monedas de oro en las cercanías, es ahora algo que se reconoce por una marca de cereales de desayuno… la cerveza negra por excelencia ya se puede mamar de una botella sin necesidad de esperar al tiempo de reposado… ya saben clichés de un país, igual que el símbolo de Osborne, la flamenca y el toro banderilleado encima de la tele… pero lo irlandés mola más, por eso no hay unos cereales de desayuno que se llamen Flamenca y Toro, pero sí hay unos que se llaman “Lucky Charms”.
Hubo una figura que ayudó inmensamente a la aceptación general del legado irlandés en el mundo, y no me refiero a James Joyce cuyo Ulises hace de peralte en muchas curvas de scalextric en todo el mundo, y tampoco al cantante Bono, sino a John Fitzgerald Kennedy a pesar de que fuera al sexo lo que Eisenhower al desarrollo del golf, aunque esa es ya otra historia... JFK abrió un camino de respeto y reconocimeinto para la masa irlandesa.
Durante años mi irlandés favorito fue Shane McGowan hasta que en 1998 conocí a Francis Peter Duffy en la fábrica en la que empecé a trabajar el día de San Valentín de aquel año 98 en Brighton, Reino Unido.
Frank tenía 62 años y cáncer de próstata, me pareció un tipo extraño y me costaba horrores entenderlo. Como trabajábamos en la misma mesa empezamos a conversar y a compartir, y pronto a compadrear pintas en los pubs que Frank frecuentaba. Supe de su vida, alocada y llena de pérdidas de todas las oportunidades que se le ofrecieron. Trabajó en la fábrica de Guinness de Dublín, de vigilante en el Museo Británico de Londres… pero fue perdiendo una a una todas las que se le presentaban por no tener las ideas claras. Con 62 y cáncer tenía que trabajar porque no tenía jubilación pero sí tenía que vivir; cuando lo conocí, Frank acababa de perder un trabajo “mejor” en una fábrica de montar bolígrafos, lo contaba con mucha resignación el hombre.
Pronto el vigilar que Frank no bebiera demasiado cuando salíamos después de la cena se convirtió en llegar a casa torciendo un pié y sin ser capaz de hablar muy claro; una de aquellas noches me contó que en Londres, en medio de una mala racha tuvo que ponerse a mendigar en la calle. Una vez se acercó a pedirle limosna a una pareja que acababa de salir de un teatro, elegantes ellos; cuando les habló, la mujer se tapó la boca con un pañuelo y girándose murmuró: “Oh God! He is Irish.”
Frank salió adelante en su vida laboral, consiguió vencer al cáncer pero no logró convencer a su novia irlandesa, Kathy, de que viviese con él, a pesar de que se fue a vivir de Londres a Brighton por ella, y aquello significara otra oportunidad laboral perdida de la que ella no fue consciente, cuando Frank ya era demasiado mayor para tomar riesgos de esa envergadura.
Yo me tuve que marchar de Inglaterra y mantuvimos el contacto por email (Frank se compró un portátil de tercera mano sin saber nada de informática) y cada vez que volvía a Brighton le llamaba para compartir de nuevo conversación y bebida. Hace unos meses perdí la agenda de teléfonos, más tarde empezaron a devolverme los emails que le envío con el mensaje de que su buzón está lleno y con la racha que llevo esto ya me trae a mal vivir también.
A diferencia del resto del mundo yo no conozco a todos los irlandeses, lo único que puedo decir es que Francis Peter Duffy es un tipo excelente y es dublinés, simpático, bailón, ligón, estiloso, boxeador amateur en sus tiempos… y va a los sitios en bicicleta, desde la que ha acabado besando el suelo tras unas pintas de más en varias ocasiones.
Frank tenía 62 años y cáncer de próstata, me pareció un tipo extraño y me costaba horrores entenderlo. Como trabajábamos en la misma mesa empezamos a conversar y a compartir, y pronto a compadrear pintas en los pubs que Frank frecuentaba. Supe de su vida, alocada y llena de pérdidas de todas las oportunidades que se le ofrecieron. Trabajó en la fábrica de Guinness de Dublín, de vigilante en el Museo Británico de Londres… pero fue perdiendo una a una todas las que se le presentaban por no tener las ideas claras. Con 62 y cáncer tenía que trabajar porque no tenía jubilación pero sí tenía que vivir; cuando lo conocí, Frank acababa de perder un trabajo “mejor” en una fábrica de montar bolígrafos, lo contaba con mucha resignación el hombre.
Pronto el vigilar que Frank no bebiera demasiado cuando salíamos después de la cena se convirtió en llegar a casa torciendo un pié y sin ser capaz de hablar muy claro; una de aquellas noches me contó que en Londres, en medio de una mala racha tuvo que ponerse a mendigar en la calle. Una vez se acercó a pedirle limosna a una pareja que acababa de salir de un teatro, elegantes ellos; cuando les habló, la mujer se tapó la boca con un pañuelo y girándose murmuró: “Oh God! He is Irish.”
Frank salió adelante en su vida laboral, consiguió vencer al cáncer pero no logró convencer a su novia irlandesa, Kathy, de que viviese con él, a pesar de que se fue a vivir de Londres a Brighton por ella, y aquello significara otra oportunidad laboral perdida de la que ella no fue consciente, cuando Frank ya era demasiado mayor para tomar riesgos de esa envergadura.
Yo me tuve que marchar de Inglaterra y mantuvimos el contacto por email (Frank se compró un portátil de tercera mano sin saber nada de informática) y cada vez que volvía a Brighton le llamaba para compartir de nuevo conversación y bebida. Hace unos meses perdí la agenda de teléfonos, más tarde empezaron a devolverme los emails que le envío con el mensaje de que su buzón está lleno y con la racha que llevo esto ya me trae a mal vivir también.
A diferencia del resto del mundo yo no conozco a todos los irlandeses, lo único que puedo decir es que Francis Peter Duffy es un tipo excelente y es dublinés, simpático, bailón, ligón, estiloso, boxeador amateur en sus tiempos… y va a los sitios en bicicleta, desde la que ha acabado besando el suelo tras unas pintas de más en varias ocasiones.
Un día le hablé de los Pogues y de Shane Macgowan, los conocía de oídas y le pregunté que era aquella frase que aparecía en todos sus vinilos “Pogue Mahone”, Frank empezó a partirse de risa y dijo que aquello en gaélico significaba “bésame el culo”.
Como me decías siempre, Francesco, la penúltima va en tu honor, one more for the road.
Como me decías siempre, Francesco, la penúltima va en tu honor, one more for the road.
Carlos Rodríguez Duque
3 comments:
Ahora en serio, Irlanda se “pulió” los millones de Euros que le correspondían en ayudas de la UE por ser pobres de un modo diferente que España, Grecia y Portugal. A diferencia de estos tres países, que se pulieron aquella “hartá” de millones en carreteras, aeropuertos, y demás obras públicas, ellos lo dedicaron casi íntegramente a Educación. Esto explica muchas cosas. Primero, porqué hay tantos corruptos en España, ya que de todo aquel dinero, mucho se perdía en maletines. Segundo, por qué el Sistema Educativo Irlandés es la envidia de toda Europa y por qué las grandes empresas tecnológicas (IBM, Microsoft, Verbatim, Sandisk), tienen todas su sede europea en Irlanda.
Un brindis de Jameson por nuestra “Itaca” soñada particular.
y Frank, el gran Frank reapareció y me da igual que lo leáis aquí os dejo el mail:
God its been a while,since I sent one to you I,M sorry but I get very slow now and LAZY not working has not helped
Kathy has not helped now she beginning to say She thinks she made a mistake in going back to Ireland??
How are you You know you helped me a lot in Bowthorpe too I was with prostate cancer then and felt far from good most
times and you were good company(we did some rediculous stuff there eh)
Did you mention you were robbed!, Hope it worked out O.K!
I beleive USA is much more law abiding than the criminal English.That was a bad thing in Virginia hope you were not their
I get a lot of junk MAIL
Also some in Spanish from you? is it If I go back to Dubin maybe I ll nsee you there
Adios Amigo take care
Me pincho ahora mismo a los Pogues a la salud de la historia de Frank, reaparición incluida, con un el whisky escocés que me tome esta noche por las calles del Lower East!
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