24/08/08
Sentado en un banco a la salida del aeropuerto de El Paso se preguntaba qué coño hacía allí, quién le habría mandado volver a EE.UU. y no sé cuantas cosas más. Su avión se había retrasado dos horas y al aterrizar en El Paso ya no había coches de alquiler, pero además no los había hasta una semana después, parecía que todo el mundo fuese a cruzar a Ciudad Juárez en coche alquilado. Intentó contactar con transportistas privados, llamó a varios teléfonos pero no hubo forma. Mientras tanto miraba el todoterreno que John Wayne usaba en sus cacerías y grabaciones de películas en África, y, finalmente, perdido, salió a buscar un taxi. Y la cosa fue bien porque dio con Vicente un taxista que le habló de lugares de Ciudad Juárez, de dónde no ir, y a qué horas no ir. Vicente se percató de su acento particular y le comentó que no se oían muchas personas con ese acento tan “peninsular” y le insistió en que en Ciudad Juárez las cosas estaban peor de lo que pintaban. Llegaron al hotel la Playa justo en frente del Consulado Norteamericano, y tras un apretón de manos, un "gracias" y una transacción económica se despidieron. En la habitación 317 hacía calor, se oía el ruido del tráfico... en un canal de televisión mejicano había un programa titulado “Sobremesa” en el que se veían éxitos del rock de los años 50, comentados por un simpático tipo con bigote, Jaime Almeida, que hizo muy amena la noche de insomnio que acabó cuando el despertador sonó a las 4.30 AM. No supo de las dos muertes que ocurrieron durante la noche.
25/08/08
Tras haberse despertado cada hora en punto y haber mirado el reloj, a las 5.10 salió de la habitación y se dirigió a la fila. Un guarda muy amable le dijo que volviera el hotel a dormir un par de horas más, la cita era horaria, daba igual que estuviera primero o último si la cita era a las 7.30 entraría con los citados a esa hora. Y así lo hizo. Regresó a las 7.15, la fila ya era de una manzana. Había un género bastante variado: caras desconfiadas, vendedores de comida, de artículos de papelería, carteristas, mariachis, olor a guisado... cuando estaba a punto de entrar pidió ir a una oficina del banco BANAMEX a hacer el pago obligatorio, se encaminó por la Avenida López Mateos y después de tres manzanas hacia el sur, se sentó en la acera a esperar a que abrieran. Allí conoció a una simpática mejicana que trabajaba de veterinaria en Oklahoma y que había tenido la valentía de llegar a Ciudad Juárez conduciendo. Hablaron sobre España, Houston, trabajo... Cecilia era una gran conversadora, y por fin abrieron el banco. Dos ancianos les pidieron ayuda para sacar dinero de un cajero automático, ayudaron como pudieron y regresaron al consulado en el taxi que había contratado ella. El trámite de entrar al consulado fue rápido y muy bien organizado, eran las 9.30. Se sentó en las sillas de espera con algo de pesar, estaba a ochenta y siete números de triunfar o del fracaso que tiraría por tierra el esfuerzo de varias personas. A las 11.30 se desayunó con una Fanta de Naranja y se encontró de nuevo con Cecilia. Aquello fue una alegría inmensa, una cara bonita y además una persona simpática. Sus papeles se arreglaron bien, a pesar de que había entrado en EE.UU. con un visado de turista cuando el trámite de cambio de visado ya se había iniciado... mal asunto para la mayoría de los mortales, había 99% de posibilidades de que le denegasen la entrada con visado de trabajo al país de aquel malvado emperador llamado G. Bush. Sin embargo, como dijo la filósofa portorriqueña “la vida es una burla” y todo el papeleo se solucionó a su favor, al día siguiente debía pasar a recoger su visado a las 14.00. En las sillas de espera había una familia de menonitas, curioso mundo este, hacia escasamente dos meses que había visto una película mejicana cuyos protagonistas eran miembros de aquella secta.
Tras una comida de tacos de carnitas y una Mirinda, harto de estar asustado en el hotel decidió ir a pasear por Ciudad Juárez, y caminó y caminó hasta que dio con un centro comercial en el que pudo entrar en el fantástico mundo de la red de redes, ese que te atrapa y no te suelta más. Aquella noche una balacera acabó con tres personas.
26/08/08
Tras diez horas de sueño, se desayunó con huevos rancheros y las noticias de las siete muertes a balazos de la noche anterior, los mariachis amenizaban en la calle las esperas de la ciudad de la espera. Su curiosidad le pudo y cogió un autobús que le llevó al centro, el ejército patrullaba la calle en todo terrenos con un tirador que apuntaba a cualquier cosa que se acercase demasiado o que pareciese sospechoso, las tanquetas también desfilaban sus colores de primavera verano por las avenidas ciudadjuarenses.
El centro de la ciudad era un gran bazar, con una "catedral" tan moderna como fea, el sol respetaba pero hacía mucho calor y para eso no hay nada mejor que un zumo natural mejicano. Los zumos mejicanos son curativos, igual que las chicas de Ciudad Juárez; allí observó el caminar de alguna de las mujeres mejicanas más bellas que alguna vez viese, visitó mercados, paseó y encontró caras desafiantes que le decían: “dame un motivo, dame un motivo para acuchillarte...” Los boleros ofrecían su trabajo por doquier.
Cansado de no ver nada, regresó al hotel a esperar a que diesen las 14.00, entró al consulado y el trámite de nuevo fue rápido, pareciera que allí dentro el tiempo transcurriese de otra forma, quizá Cecilia tuviese que ver con aquello, de nuevo estaba allí. Se marchó al hotel con su pasaporte y su nuevo visado y después caminó hasta el centro comercial para ver lo que pasaba en el mundo no real. Empezó a oscurecer y regresó al hotel con una Mirinda para ver algo de tele, leer y reiterar sus inmensas ganas de irse. Seis personas murieron a balazos aquel día.
28/08708
Tras un desayuno en el restaurante El Cebollero, cogió un taxi que conducía un señor bien simpático, Ramiro, que le fue explicando los pasos a seguir dentro de la oficina fronteriza para que le sellaran el I-94 mientras amenizaba el camino y la inmensa caravana de coches con un grupo español “Los Churumbeles de España” . El trámite fue rápido, aquello parecía un acuerdo entre ambas partes, tú lo haces rápido y pagas $6 y nosotros te perdemos de vista cuanto antes... en la misma fila estaba una famosa atleta paraolímpica mejicana que no reconoció hasta que vio su cara en el periódico, ya en tierra estadounidense. Ramiro y él se despidieron con un apretón de manos y un "suerte" mutuo, y él llegó al aeropuerto internacional de El Paso con cuatro horas de antelación, lo que dio para muchos recuerdos y planes. Allí acabó la historia del visado J1 y se dio cuenta de que era una persona tan afortunada como ignorante de ello.
Ciudad Juárez podría perfectamente ser un pueblo del Badajoz profundo, si hubiese que elegir una ciudad de mundo de las que conoce para hacer de infierno sería esta una de las candidatas. porque parece sacada de una canción de Tom Waits, capital de caras desafiantes, calor, coches destartalados, taxistas con cara de demonio, extranjeros de todo pelo, caraduras, timadores, músicos ambulantes, putas... en Ciudad Juárez se muere igual que se moría en una película de Sergio Leone y da igual que lo intentes, no vas a encontrar postales.
Tras una comida de tacos de carnitas y una Mirinda, harto de estar asustado en el hotel decidió ir a pasear por Ciudad Juárez, y caminó y caminó hasta que dio con un centro comercial en el que pudo entrar en el fantástico mundo de la red de redes, ese que te atrapa y no te suelta más. Aquella noche una balacera acabó con tres personas.
26/08/08
Tras diez horas de sueño, se desayunó con huevos rancheros y las noticias de las siete muertes a balazos de la noche anterior, los mariachis amenizaban en la calle las esperas de la ciudad de la espera. Su curiosidad le pudo y cogió un autobús que le llevó al centro, el ejército patrullaba la calle en todo terrenos con un tirador que apuntaba a cualquier cosa que se acercase demasiado o que pareciese sospechoso, las tanquetas también desfilaban sus colores de primavera verano por las avenidas ciudadjuarenses.
El centro de la ciudad era un gran bazar, con una "catedral" tan moderna como fea, el sol respetaba pero hacía mucho calor y para eso no hay nada mejor que un zumo natural mejicano. Los zumos mejicanos son curativos, igual que las chicas de Ciudad Juárez; allí observó el caminar de alguna de las mujeres mejicanas más bellas que alguna vez viese, visitó mercados, paseó y encontró caras desafiantes que le decían: “dame un motivo, dame un motivo para acuchillarte...” Los boleros ofrecían su trabajo por doquier.
Cansado de no ver nada, regresó al hotel a esperar a que diesen las 14.00, entró al consulado y el trámite de nuevo fue rápido, pareciera que allí dentro el tiempo transcurriese de otra forma, quizá Cecilia tuviese que ver con aquello, de nuevo estaba allí. Se marchó al hotel con su pasaporte y su nuevo visado y después caminó hasta el centro comercial para ver lo que pasaba en el mundo no real. Empezó a oscurecer y regresó al hotel con una Mirinda para ver algo de tele, leer y reiterar sus inmensas ganas de irse. Seis personas murieron a balazos aquel día.
28/08708
Tras un desayuno en el restaurante El Cebollero, cogió un taxi que conducía un señor bien simpático, Ramiro, que le fue explicando los pasos a seguir dentro de la oficina fronteriza para que le sellaran el I-94 mientras amenizaba el camino y la inmensa caravana de coches con un grupo español “Los Churumbeles de España” . El trámite fue rápido, aquello parecía un acuerdo entre ambas partes, tú lo haces rápido y pagas $6 y nosotros te perdemos de vista cuanto antes... en la misma fila estaba una famosa atleta paraolímpica mejicana que no reconoció hasta que vio su cara en el periódico, ya en tierra estadounidense. Ramiro y él se despidieron con un apretón de manos y un "suerte" mutuo, y él llegó al aeropuerto internacional de El Paso con cuatro horas de antelación, lo que dio para muchos recuerdos y planes. Allí acabó la historia del visado J1 y se dio cuenta de que era una persona tan afortunada como ignorante de ello.
Ciudad Juárez podría perfectamente ser un pueblo del Badajoz profundo, si hubiese que elegir una ciudad de mundo de las que conoce para hacer de infierno sería esta una de las candidatas. porque parece sacada de una canción de Tom Waits, capital de caras desafiantes, calor, coches destartalados, taxistas con cara de demonio, extranjeros de todo pelo, caraduras, timadores, músicos ambulantes, putas... en Ciudad Juárez se muere igual que se moría en una película de Sergio Leone y da igual que lo intentes, no vas a encontrar postales.
Mr. Blue
4 comments:
El relato es estremecedor. Parece sacado de un guión de Arriaga. Dan ganas de comprarse un revólver y llevarlo en la metido en la cintura de los vaqueros. Qué bueno que volviste.
Recomiendo escuchar "When Sinatra Played Juarez" de Tom Russell.
A ver cronista... Si esto es tal cual (como creo que es, con lo poco que se de ese lugar) que mas me puedes contar algun dia??
Despues de esto, quedan confirmadas 2 cosas nuevamente: LA VIDA ES UNA BURLA Y ERES AFORTUNADO
Creo que te pasaste en tu blog , yo soy de juarez y toda mi vida eh vivido aqui, y es mas la fama que tiene,creo que te falto mucho por conocer sobre todo su gente que es tan amable como lo dices en tu blog, dejame decirte que estan peor ustedes con los ETAs que nosotros aqui, espero y no te moleste mi comentario Saludos desde Juarez y cuando vuelvas conatactame
Guillermo:
quizá tengas razón, me faltó mucho por conocer de tu ciudad, pero a pesar de estar allí, no tuve opción, las muertes cada noche, las noticias alarmantes y el ejército patrullando ametralladora en mano no ayudaron mucho.
me encantó el ambiente del centro, con todas las tiendas abiertas y la gente caminando "despreocupada" yendo a sus quehaceres, pero no encontré ese méxico al que estoy acostumbrado, sino un lugar que parece girar entorno al morbo de los periódicos y el consulado norteamericano.
quizá tengas razón también con lo de ETA, lo de Juarez será temporal pero lo nuestro creo que va a ser para siempre.
espero que sigas leyéndome.
mr. b
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