Sunday, August 19, 2007

Ça, cést l'histoire de Melody Nelson

En unos veintiocho minutos del primer disco conceptual del que yo tengo noción real, Gainsbourg cuenta la historia de Melody Nelson, su Lolita particular, con un argumento más que probablemente autobiográfico. Todo comienza cuando el feo conduce su Rolls Royce por una carretera aislada y solitaria, por el simple placer de conducir, absorto en sus ideas, con la mirada fija en ningún sitio, pendiente del sonido silencioso del ruidoso motor de su coche de 1910. De repente, siente un golpe, ¡Mierda…! Ha atropellado a alguien. Al principio sólo ve las ruedas de una bicicleta pero después ve el cuerpo de una chica en el suelo con la falda levantada, parece que no ha pasado nada, la chica está bien, se llama Melody Nelson es inglesa y tiene sólo catorce otoños y quince veranos. Gainsbourg la levanta en sus brazos sin saber en aquel momento que él se convertiría en la única persona que había abrazado a Melody en su vida, en ese instante nace un típico amor alocado, sin límites, intenso, onírico y, lógicamente, fugaz.
Gainsbourg le enseña a Melody los secretos el amor físico en la habitación de un hotel un tanto particular, que es en realidad una especie de pequeño museo con una colección privada de arte, en donde la belleza de Melody se compara y se mezcla con las grandes obras maestras de la artística universal. Ella se convierte en su musa inspiradora y obra de arte a la vez, y todo iba bien para él hasta que el avión en el que viajaba Melody se estrella y desaparece en la selva de Nueva Guinea, un accidente causado por los hechizos y conjuros de los brujos de las tribus que buscan atraer los aviones a la jungla para saquear su carga.
A grandes rasgos este podría ser el resumen del argumento de la obra, en cualquier sitio en el que leas sobre el disco siempre encontrarás a alguien que afirma que la triste histoire de Melody Nelson narra de forma poética e idealizada el encuentro real entre Gainsbourg y Birkin, Jane Birkin, británica ella, la mujer que le dio la inspiración más creativa al francés de origen judeo ruso, la misma de la que él el día que se conocieron en el set de la película “Slogan” en 1968 pensó que era una cerda y ella el hombre más horrible del mundo.
No hay explicación posible para algo como “Melody Nelson” si no estás en la mente de Gainsbourg, o si no pasas por algo parecido; los límites entre lo real y la ficción no están claros pero sí se da por entendido que Jane Birkin es Melody Nelson y Melody Nelson es Jane Birkin. Gainsbourg necesitaba a Jane para vivir la vida personal y la artística, pero al mismo tiempo le carcomían los celos por el hecho, alentado por él mismo, de que su mujer fuese objeto de deseo para otros hombres. Aquello le asustaba y tomó un terror atroz a que algún día Melody Birkin cogiese un avión y desapareciese para siempre, lo que le hizo ser más posesivo y dañino; y llegó a hacerse un problema tan agudo que terminó echando a perder su relación.
Los genios adaptan asuntos de sus vidas personales en su obra, está claro, pero en esta hay una nota un tanto discordante: es extraño que la historia acabe de forma tan trágica cuando la relación de ambos estaba en pleno esplendor.
Birkin fue el leif motiv de Gainsbourg por muy extraño que esto parezca, por muy mal que la tratase, por muy alcohólico y autodestructivo que fuese (difícil de entender, Paula, lo sé...) pero cuando Serge quiso rectificar se encontró con una de esas verdades absolutas que te golpean la cara y te dejan viendo las estrellas de la constelación dolor: sólo las madres y el verdugo pueden perdonar de corazón, el resto de personas son incapaces. Incluso el autoperdón es un término inexistente cuando le has hecho daño a tu madre, o a tu abuela o a la persona que representa a una o a las dos, uno no se puede perdonar ciertas cosas, a partir de ahí empiezas a autodestruirte y a buscar excusas para tu “inamor”, para la incapacidad de amar como esa persona quiere que la ames y entonces te aferras al salvavidas de empezar a “crear”: un disco, un libro de recortes, una colección de poesías… lo que sea con tal de encontrar el perdón o el autoperdón, o el bálsamo de la compasión y admiración de la gente. Casi siempre la cosa llega a posteriori, pero muy raras veces se anticipa como en el caso de este disco.
Quizá la muerte de Melody se refiera a la muerte de la adolescente virginal y pura que Serge vio en Jane, o quizá preveía que antes o después la bella dejaría a su bestia y se marcharía con un hombre con personalidad más llevadera y adulta, lejos de una genialidad supuesta o no, que le resultó atractiva y plena un tiempo pero que al final le trajo más tristezas que alegrías. Gainsbourg quizá viese tan claro que no podía hacer nada para mantener a Melody a su lado que escribió el epitafio nueve años antes de que su relación terminase. Ella por su parte se cansó de ser un personaje y no una persona, la novia de Serge no quería ser Melody, ni hacer más tonterías, ni soportar ninguna otra; tenía personalidad y fuerza suficiente para seguir su camino, para vivir siendo Jane Birkin.
Quizá influya que las grandes tristezas de amor masculinas tienen muchas veces algo "edípico", Jane era la mujer que Serge deseaba, la que le daba la inspiración, a la que dormía abrazado, la que tenía en mente cuando bebía... Serge, agárrense a la silla, estaba enamorado de una mujer que para él era su madre, pero treinta años más joven y además con la que se podía acostar sin enojar al dios tabú del incesto. Serge se rompió por dentro cuando se le fue Melody Nelson, que en realidad era Jane Birkin que en realidad era Olia Bessman, una rusa emigrada a Paris con su marido en 1919 y que tuvo un hijo al que llamaron Lucien Ginzburg que en realidad era un tipo llamado Serge Gainsbourg, un genio que fue capaz de escribir y componer todos los temas de este disco.
El amor de madre, el sentirse arropado, el encontrar a alguien que te enseñe y te haga corregir comportamientos, el tener que esforzarse por algo que realmente quieres lograr, el pasar por todo tipo de situaciones desagradables para un egoísta... eso sólo se hace por una madre, pero de adolescente estas demasiado ensimismado en tu idiotez para darte cuenta, y además a tu mamá no la puedes besar apasionadamente, ni dormir abrazado a ella, ni escribirle canciones que no sean repetitivas ni verbeneras, ni hacer algo tan inmensamente bello como la triste histoire de Melody Nelson…
Gainsbourg creó un homenaje a su musa y motivo de su vida, compuso una ópera, una obra entera dedicada a su vivencia con ella en esos primeros años. Hasta tal punto la echó de menos cuando se marchó de su lado, que se dice que Serge Gainsbourg fue enterrado con el muñeco que Jane Birkin lleva en la mano en la portada de ‘L’histoire de Melody Nelson’, fetichismo, claro… otro de los síntomas del enamoramiento edípico... incluso a partir de este disco llama a la compañía con las que registra y publica sus canciones “Melody Nelson Publishing”.

“Melody” es la canción que narra el encuentro accidental entre los dos, un tema de más de siete minutos con una atmósfera llena de sonidos bajos, con momentos de tensión musical que marcan el atropello de la adolescente pelirroja, con narraciones sensuales de indiferencia en el inicio ya que él conduce porque no tiene nada mejor que hacer, su vida está llena de todo lo material pero de muy poco espiritual, y transcurre de igual forma que cuando vas en coche a algún sitio y no recuerdas como has llegado. A medida que el encuentro se acerca la instrumentalización se acelera, se distinguen los pistones subiendo y bajando dentro de ese potente motor que marcha más deprisa para llegar a casa y cuidar de su pelirroja… llega el diálogo sensual:


Tu t'appelles comment?
Melody
Melody comment?
Melody Nelson


melody
(serge gainsbourg)




las aletas del rolls rozaban los postes
cuando sin querer me perdí
llegamos mi rolls y yo a una zona
peligrosa, un sitio aislado.

y allí, en el capó de este “silver ghost”
de 1910 avanzaba como un explorador
la venus plateada en el radiador
cuyas ligeras alas abrían camino.

engreída, desdeñosa, mientras que la chillona
radio tapa el silencio del motor
ella observa el horizonte pero su mente, en otra parte,
parece ignorar las aceras que voy montando.

callejuelas, callejones y lugares
donde aparcar está prohibido, un corazón indiferente
ella aguanta las riendas del poder de mis veintiséis caballos
princesa de las sombras, ángel maldito arqueado
amazona en estilo moderno que el escultor
dio en nombre inglés de “spirit of ectasy”
y así estaba yo haciendo el gilipollas antes de perder
el control del rolls. avanzaba lentamente,
mi coche derrapó y un violento ruido
me sacó de repente de mis sueños. ¡mierda!

vi la rueda de una bicicleta delante
que seguía girando sin control
como una muñeca que pierde el balance
la falda subida por encima de sus bragas blancas

“¿cómo te llamas?
melody
¿melody qué?
melody nelson...”
melody nelson tiene el pelo rojo
y es su color natural.




Después de preguntar como se llama y de recibir una sensualísima respuesta, llega “Ballade De Melody Nelson” en la que en dos minutos se describe su edad y carencia afectiva, y se da la primera muestra de obsesión amorosa/de deseo de Serge: Tu étais la condition/ Sine qua non/ De ma raison (Eres la condición sine qua non de mi razón….) de nuevo rodeado de un ambiente musical que entremezcla cuerda clásica con cuatro y seis cuerdas eléctricas, y que, tras la mágica introducción del bajo, acompañan a la declaración descriptiva que Gainsbourg hace de Melody.



la balada de melody nelson
(serge gainsbourg - serge gainsbourg/jean – claude vannier)






esta es la historia
de melody nelson
a quien a parte de mí, nadie más
abrazó
eso te sorprenderá
pero es tal cual
ella tenía amor
pobrecita melody nelson
sí, tenía toneladas de él
pero sus días estaban contados
catorce otoños
y quince veranos
un animalito pequeño
aquella melody nelson
una niñita tan linda…
una niñita deliciosa
a la que conocí sólo un instante
¡oh! mi melody
mi melody nelson
encantadora gilipollas/encantador coño
eras la condición
sine qua non
de mi razón.


Los limites entre canción y canción se difuminan, llega el momento de un vals auto reflexivo tipo “Bleu Danube”, “Valse De Melody”, en el que se habla de lo extraño de la naturaleza, quizás comparando a Melody con la madre tierra, y que refleja los misterios y secretos del amor en ambas, o sea, la tendencia imparable del amor sin sentido, que no comprendes pero que te atropella y que te lleva a hacerte igual de soñador que de telúrico. Noventa y dos segundos de cuarteto de cuerda y unos platillos que se escuchan al fondo del canal izquierdo.




el vals de melody
(serge gainsbourg)





el sol es extraño
y la felicidad también
el amor se pier-
de durante la vida

el sol es extraño
y la felicidad también
pero todo cambia
entre los brazos de
melody

los muros de alrededor
del laberinto
se abren
al infinito

el sol es extraño
y la felicidad también
el amor se pier-
de durante la vida

el sol es extraño
y la felicidad también
pero todo cambia
entre los brazos de
melody

los muros de alrededor
del laberinto
se abren
al infinito


Todo es pendular y ahora toca que el peso caiga sobre las cosas tontas que estar con Melody Nelson obliga a hacer al viejo verde, aunque él sabe que ella no conoce el amor adulto, ni lo egoísta que él es, es la hora de tener que ceder; la sabiduría se pliega ante el ímpetu de la juventud, un “no me gusta pero no tengo más remedio porque no te quiero perder”, celos y miedos expresados en apenas dos minutos titulados “Ah! Melody”, con una mezcla prodigiosa de instrumentos de cuerda eléctrica y clásica, de batería y de vientos. Ah! Melody! Une maladie… (¡Ah Melody! Una enfermedad/Una locura…)


¡Ah! melody
(serge gainsbourg)




¡ah! melody
me habrás hecho hacer
cosas estúpidas
arre, arre y so
a caballillo en mi espalda
¡oh! melody
no sabes lo que es el amor
tú me lo dijiste
pero, ¿es todo lo que dices verdad?

¡ah! melody
me habrás hecho hacer
cosas estúpidas
arre, arre y so
a caballito en mi espalda
¡oh! melody
si me mentiste haré
una locura
no sé lo que te haré


El clímax aparece, el momento en el que amor físico y espiritual se unen, llega el momento del encuentro carnal en “L'Hotel Particulier”, en medio de un secretismo cuasi mágico del camino que lleva a la habitación llamada “La Cleopatra” una suite llena de obras de arte que ayuda a hacer comparaciones artísticas, un lugar donde se culminará otra, una creación carnal que atraparía para siempre al pobre Serge. Una habitación llena de afroditas y salomés… ¡Qué casualidad! ¿Verdad? Un lugar lleno de diosas del amor y de mujeres por las que pierdes la cabeza y te la olvidas en bandejas de plata...
De nuevo se nos presenta un movimiento largo de esta ópera, cargado de diálogos instrumentales que marcan subidas, bajadas, profundizaciones, pasiones, cansancio y éxtasis del encuentro. Una canción preciosa, tanto como la propia Melody Nelson, en la que la música se une tan bien a los Melody, Melody... que te hacen creer que uno mismo está viviendo la escena, en aquella cama negra enorme con cuatro columnas y dos corazones susurrando sus latidos, compartiendo la intriga de lo desconocido, rompiendo el miedo...


el hotel particular
(serge gainsbourg)






en la cincuenta y seis, siete, ocho, no importa
en la calle x, si llamas a la puerta,
primero un golpe, después tres más, te dejarán entrar
solc, incluso a veces acompañadc
una sirvienta que no te habla, te lleva
escaleras, pasillos sin fin que siguen unos a otros,
decorada con bronces barrocos y ángeles dorados
con afroditas y salomés.
si está libre, di que quieres la cuarenta y cuatro
la habitación que llaman 'cleopatra'
donde las columnas de la cama de estilo rococó
son negros que portan antorchas
entre esos esclavos tallados en ébano
que serán testigos silenciosos de esta escena:
mientras nos reflejamos en un espejo
lentamente, abrazo a melody


La sensualidad deja paso a un interludio de músicas locas, de risas de cosquillas físicas, de pérdida de castidad y de petición de más, de curiosidad por lo nuevo, del deseo casi incontrolado que acaba con una frase que marca: Le pilote automatique aux comandes / De l'appareil fit une erreur fatale à Melody (el piloto automático al mando del aparato tuvo un error garrafal para Melody).
Es la hora de la despedida, se acabó, llega el momento de aceptar que en “En Melody” la niña de sus ojos se marcha en un 707, un avión de carga con piloto automático que bien podría ser la metáfora de la búsqueda de un amor normal, sin tristezas, ni obsesiones, ni mentiras, ni carencias afectivas, ni asuntos que no se pueden entender, sin turbulencias al fin y al cabo… la búsqueda de la felicidad habitual y del alejamiento del riesgo de vivir al límite. Algo premonitorio de la tragedia que se siente venir por el aire.


en melody
(serge gainsbourg - serge gainsbourg/jean – claude vannier)



melody quería volver a ver el cielo de sunderland
cogió el setecientos siete, el avión cargo nocturno
pero el piloto automático al mando
del aparato tuvo un error garrafal para melody



Despega “Cargo Culte”, el último tema, son otros siete minutos mágicos, largos de lamentos por la pérdida irreparable, por la falta de Melody que hace de su vida un imposible, un aceptar que nunca más podrá hablarla, ni tocarla y que nunca podrá decirle que algo ha salido gracias a la inspiración que ella le ha dado. La historia se cierra, Serge vuelve a conducir su Rolls y recuerda a su Melody en una canción idéntica en ocasiones al primer tema del disco.
El “culto al cargo” era un conjuro que los papúes hacían para que los aviones que sobrevolaban la jungla cayesen y así saquear su carga, así el avión en el que mademoiselle Nelson vuela se estrella en medio de la selva de Nueva Guinea, y a él no le queda más que la espera de una muerte que le lleve a encontrarse con ella en una vida sin problemas terrenales, una vida con una falta de gravedad como la que hay en las estrellas, leve al fin y al cabo: “Où es-tu Melody et ton corps disloqué” (¿Dónde estás, Melody, dónde está tu cuerpo dislocado?) […] “N'ayant plus rien à perdre ni Dieu en qui croire” (no puedo perder más, ni ya tengo Dios en quien creer).
La música se hace más metálica, las guitarras y la percusión te hacen escuchar la mezcla del sonido de los motores, el tam tam de la tribu, el traqueteo de la carga que se mueve dentro de la panza del avión; los coros, inmensos y sobre naturales, son los cantos de las sirenas africanas que llaman a una aeronave que cae a sus pies en picado y que lleva a Melody a la muerte. El sonido se convierte en requiémico, se le va, se le muere su amor y en su mente aparece la escena de la primera vez que hablaron:


Tu t'appelles comment?
Melody
Melody comment?
Melody Nelson



Esta es probablemente la mejor interpretación vocal del disco, tristeza con susurro de nicotina, declamación de versos y una historia que se acaba con una separación definitiva.



culto al cargo
(serge gainsbourg)




sé de los hechiceros que llaman a los aviones
en la jungla de nueva guinea
examinan el cenit, codiciosos de las guineas
que el pillaje de mercancías les trae
en un mar de coral en la estela
de esta nave, esas criaturas no faltas
de razón esos papuanos esperan las nubes
el accidente del viscount y del comet
y como su tótem nunca ha podido abatir
a sus pies ni un boeing ni siquiera un d.c. cuatro
sueñan con secuestros y accidentes de aves
esos ingenuos caza-naufragios armados con cerbatanas
que hacen sacrificios al culto de cargo
lanzando dardos hacia el azul del cielo
¿dónde estás melody y donde tu cuerpo dislocado?
¿estará refugiándose donde viven las sirenas?
¿o bien amarrado al avión cargo, cuya sirena
se ha hecho silenciosa? ¿estarás
a la deriva en las corrientes. ¿has tocado ya
esos brillantes corales de las costas de guinea
donde aquellos brujos indígenas actúan en vano
todavía esperan aviones accidentados
sin tener nada que perder ni un dios en quien creer
para que ellos me den un amor insignificante
yo, igual que ellos, recé a los aviones cargo de la noche
y me aferro a una esperanza de un desastre
aéreo que me traiga de nuevo a mi melody
menor desviada de la atracción de los astros



La grabación del LP fue un misterio, se trabajó entre Londres y París en 1970, y se editó en 1971, Serge Gainsbourg tocó guitarra, el piano y cantó pero a la vez hizo gala de sus magnificas capacidades de narrador, hay temas en los que habla dramatizando, en los que susurra su poesía; Jean-Claude Vannier se encargó de la dirección orquestal y de los arreglos, Jane Birkin añadió sus risas, jadeos y unos sensualísimos “Melody” y “Melody Nelson” y en él colaboró un misterioso cuarteto de músicos de sesión ingleses de los que no se tuvo noticia hasta que Vannier hizo público sus nombres en una interpretación en directo de este disco en octubre de 2006: Dougie Wright, Big Jim Sullivan, Herbie Flowers y Vic Flick que tocaron en aquel concierto también.
La promoción no debió ser nada fácil, sobre todo si tenemos en mente que fue un LP que Serge hizo para si mismo, una historia demasiado hermética e íntima, un vinilo lleno de vivencias privadas que uno puede adivinar, pero de las que en el fondo no sabes nada. El propio estilo musical difiere por completo de lo que estaba en boga en la época, hay orquestación en un disco completo, algo nada común a principios de los años 70, un reflejo musical del caos y del orden de la vida de Serge, Melody Nelson rezuma un ambiente musical que se puede cortar con un cuchillo: narcótico, sugerente, de oscuridad sexual, de amor infantil… canciones con estructuras tan complejas que el disco podría tener perfectamente un solo corte, por lo que el promocionarlo debió ser un imposible ya que extraer un single para radios por motivos obvios no se podía hacer.
Algún día os haréis mayores y entonces escucharéis y descubriréis este disco, pero ojalá, ojalá, no lo entendáis nunca.


Monsieur Bleu