Thursday, September 20, 2018

Deep in the heart of Texas (XXIX): El vuelo más corto.

El primer vuelo en un avión, casi cuarenta años antes del de los hermanos Wright, pudo haber tenido lugar un 20 de septiembre de 1865 en un campo a unos cinco kilómetros al este de Luckenbach, en el gran estado de Texas. 
Jacob Friedrich Brodbeck, nativo de Württemberg, Alemania, se había establecido en Fredericksburg en 1847. Siempre había estado interesado en la mecánica y en la invención en general. En Alemania ya había intentado construir un reloj de cuerda automática que se autoenrollaba, y en 1869, establecido en Texas, diseñó una máquina para fabricar hielo. 
Su proyecto más preciado, sin embargo, fue su "nave de aire", un artefacto volador propulsado por una hélice que giraba gracias a la fuerza proporcinada por muelles. La nave voladora presentaba un habitáculo cerrado para el "aeronauta", una hélice para el agua (en caso de aterrizajes accidentales en el líquido elemento), una brújula y un barómetro. 
Se dice que la máquina se elevó unos tres metros y medio en el aire y viajó aproximadamente treinta metros antes de que los resortes que la impulsaban se desenrollaran por completo y el aparato se estrellase violentamente contra el suelo. 
Otros cuentan que aquel vuelo inicial tuvo lugar en San Pedro Park, San Antonio, donde más tarde se llegó a colocar un busto de Brodbeck y no cerca de Luckenbach. Hay una tercera versión que asegura que el vuelo ocurrió en 1868 y no en 1865...
Todas coinciden, sin embargo, en que aquella máquina se hizo añicos porque su aterrizaje fue muy brusco. Tras el revés, y a pesar de haber salido ileso, sus inversores se negaron a poner el dinero para un segundo intento, y entonces Brodbeck se embarcó en una infructuosa gira que le llevó por varios estados de la unión en busca de fondos para reiniciar su proyecto.
No le salió bien. Brodbeck regresó a Texas y vivió en un rancho cerca de Luckenbach hasta su muerte en 1910.
Mr. Blue

Saturday, September 15, 2018

Deep in the heart of Texas (XXVIII):Crash at Crush

El choque de Crush
Una placa explicativa a quince millas al norte de Waco, en el condado de McLennan, marca el sitio en el que sucedió el "Crash at Crush"
El 15 de septiembre de 1896, más de cuarenta mil personas acudieron en tropel a Crush para presenciar una de las acrobacias publicitarias más espectaculares del siglo XIX: un accidente de tren planificado.
El hombre detrás de aquel evento tan poco usual fue un tal William George Crush, un trabajador de la compañía de ferrocarril ‘Missouri-Kansas-Texas’ (M-K-T) que en 1895 propuso y logró convencer a los gerifaltes de M-K-T de que la compañía montase un accidente como atracción publicitaria.
Durante el verano de 1896 se distribuyó por todo el gran estado de Texas propaganda en papel de lo que se denominó "el choque monstruoso". Muchos periódicos del estado iban informando de los preparativos y tal fue el revuelo que incluso algunos diarios de otros estados se hicieron eco del asunto y empezaron a hablar del tema.
Todo marchaba sobre ruedas, la estrategia publicitaria de Crush había sido un éxito y las oficinas del ferrocarril de la M-K-T estaban desbordadas con peticiones de billetes para asistir al choque.
La idea era hacer colisionar entre ellas dos viejas locomotoras con vagones vacíos . La “Vieja 999” se había pintado de verde brillante y la “1001” de rojo, y ambas hicieron un tour por todo el estado para publicitar el espectáculo. Las estaciones por donde pasaban se llenaban de curiosos que querían comprobar de primera mano que aquello no iba a ser un engaño...
Como escenario de su espectáculo, Crush seleccionó un valle poco profundo justo al norte de Waco, convenientemente ubicado cerca de la ruta Waco-Dallas cuyo trayecto comercializaba la empresa. 
A principios de septiembre, unos quinientos trabajadores tendieron cuatro millas de vías para la colisión, y construyeron, además, una tribuna para invitados de honor, tres puestos para presentadores, dos oficinas de telégrafos, un puesto para periodistas y un quiosco de música. Se montó un restaurante en una carpa prestada por el circo de los Ringling Brothers, y se construyó un gran feria con docenas de espectáculos “medicine show”, pequeños puestos que hacían las veces de casinos y varios para la venta de viandas. Se instaló también un letrero para informar a los pasajeros de que habían llegado a Crush, en el estado Texas.
George Crush le dijo a un periodista que esperaba unos veinte mil espectadores. Por dos dólares cualquier persona que viviese en el gran estado de Texas podía comprar un billete de ida y vuelta para el evento… una ocasión que no podían dejar escapar.
El primero de los treinta y tres trenes de pasajeros sin un solo asiento libre llegó al amanecer del 15 de septiembre. Antes de las tres de la tarde de aquel mismo día más de cuarenta mil personas estaban ya situados en la zona de picnic, escuchando discursos políticos y esperando el gran choque.
A las cinco de la tarde las locomotoras No. 999 y la 1001 se alinearon en los extremos opuestos de las vías. Crush apareció montando un caballo blanco y trotó al centro de la pista. Levantó su sombrero blanco y después de una pausa lo bajó bruscamente. La gente empezó a aplaudir enaltecida.
Las locomotoras arrancaron y con rugidos de vapor empezaron a dirigirse hacia su embestida. Bastante antes de que alcanzaran los 150 Km/h los maquinistas saltaron en la zona que los técnicos habían marcado como segura. Hubo un estrudendo ensordecedor... y aquello se convirtió en un amasijo de astilllas volantes, carbón al rojo vivo y humo.

A pesar de las medidas de seguridad tomadas y de los cálculos que se habían hecho el día anterior, tras los primeros segundos de confusión, los ingenieros se dieron cuenta de que las calderas de ambas máquinas habían estallado en el choque. El cielo se había llenado de una metralla de hierro, enormes astillas de madera y tornillería que en su vuelo expansivo terminó con la vida de tres personas e hirió de gravedad a al menos otras seis.
Tras ver el espectáculo y sufrir la posterior confusión la gente comenzó a irse a casa. Las tiendas, los puestos y las casetas se desmontaron y al caer la noche, Crush, Texas, dejó de existir para siempre.
Muchos asistentes se llevaron fragmentos del choque como recuerdo y el resto lo limpió la cuadrilla de personas contratadas para el desescombro.
La compañía de ferrocarriles de Katy liquidó rápidamente todas las demandas de daños que se presentaron con pagos en efectivo y con billetes de tren gratuitos de por vida.
En cuanto a George Crush, el ferrocarril lo despidió ipso facto aquella noche, pero lo volvieron a contratar al día siguiente por aquello de que era mejor tenerlo en casa callado que no afuera dando mala publicidad. 
Mr. Blue