Monday, November 24, 2008

Ciudad Juárez - Ciudad Muerte

24/08/08
Sentado en un banco a la salida del aeropuerto de El Paso se preguntaba qué coño hacía allí, quién le habría mandado volver a EE.UU. y no sé cuantas cosas más. Su avión se había retrasado dos horas y al aterrizar en El Paso ya no había coches de alquiler, pero además no los había hasta una semana después, parecía que todo el mundo fuese a cruzar a Ciudad Juárez en coche alquilado. Intentó contactar con transportistas privados, llamó a varios teléfonos pero no hubo forma. Mientras tanto miraba el todoterreno que John Wayne usaba en sus cacerías y grabaciones de películas en África, y, finalmente, perdido, salió a buscar un taxi. Y la cosa fue bien porque dio con Vicente un taxista que le habló de lugares de Ciudad Juárez, de dónde no ir, y a qué horas no ir. Vicente se percató de su acento particular y le comentó que no se oían muchas personas con ese acento tan “peninsular” y le insistió en que en Ciudad Juárez las cosas estaban peor de lo que pintaban. Llegaron al hotel la Playa justo en frente del Consulado Norteamericano, y tras un apretón de manos, un "gracias" y una transacción económica se despidieron. En la habitación 317 hacía calor, se oía el ruido del tráfico... en un canal de televisión mejicano había un programa titulado “Sobremesa” en el que se veían éxitos del rock de los años 50, comentados por un simpático tipo con bigote, Jaime Almeida, que hizo muy amena la noche de insomnio que acabó cuando el despertador sonó a las 4.30 AM. No supo de las dos muertes que ocurrieron durante la noche.

25/08/08

Tras haberse despertado cada hora en punto y haber mirado el reloj, a las 5.10 salió de la habitación y se dirigió a la fila. Un guarda muy amable le dijo que volviera el hotel a dormir un par de horas más, la cita era horaria, daba igual que estuviera primero o último si la cita era a las 7.30 entraría con los citados a esa hora. Y así lo hizo. Regresó a las 7.15, la fila ya era de una manzana. Había un género bastante variado: caras desconfiadas, vendedores de comida, de artículos de papelería, carteristas, mariachis, olor a guisado... cuando estaba a punto de entrar pidió ir a una oficina del banco BANAMEX a hacer el pago obligatorio, se encaminó por la Avenida López Mateos y después de tres manzanas hacia el sur, se sentó en la acera a esperar a que abrieran. Allí conoció a una simpática mejicana que trabajaba de veterinaria en Oklahoma y que había tenido la valentía de llegar a Ciudad Juárez conduciendo. Hablaron sobre España, Houston, trabajo... Cecilia era una gran conversadora, y por fin abrieron el banco. Dos ancianos les pidieron ayuda para sacar dinero de un cajero automático, ayudaron como pudieron y regresaron al consulado en el taxi que había contratado ella. El trámite de entrar al consulado fue rápido y muy bien organizado, eran las 9.30. Se sentó en las sillas de espera con algo de pesar, estaba a ochenta y siete números de triunfar o del fracaso que tiraría por tierra el esfuerzo de varias personas. A las 11.30 se desayunó con una Fanta de Naranja y se encontró de nuevo con Cecilia. Aquello fue una alegría inmensa, una cara bonita y además una persona simpática. Sus papeles se arreglaron bien, a pesar de que había entrado en EE.UU. con un visado de turista cuando el trámite de cambio de visado ya se había iniciado... mal asunto para la mayoría de los mortales, había 99% de posibilidades de que le denegasen la entrada con visado de trabajo al país de aquel malvado emperador llamado G. Bush. Sin embargo, como dijo la filósofa portorriqueña “la vida es una burla” y todo el papeleo se solucionó a su favor, al día siguiente debía pasar a recoger su visado a las 14.00. En las sillas de espera había una familia de menonitas, curioso mundo este, hacia escasamente dos meses que había visto una película mejicana cuyos protagonistas eran miembros de aquella secta.
Tras una comida de tacos de carnitas y una Mirinda, harto de estar asustado en el hotel decidió ir a pasear por Ciudad Juárez, y caminó y caminó hasta que dio con un centro comercial en el que pudo entrar en el fantástico mundo de la red de redes, ese que te atrapa y no te suelta más. Aquella noche una balacera acabó con tres personas.

26/08/08

Tras diez horas de sueño, se desayunó con huevos rancheros y las noticias de las siete muertes a balazos de la noche anterior, los mariachis amenizaban en la calle las esperas de la ciudad de la espera. Su curiosidad le pudo y cogió un autobús que le llevó al centro, el ejército patrullaba la calle en todo terrenos con un tirador que apuntaba a cualquier cosa que se acercase demasiado o que pareciese sospechoso, las tanquetas también desfilaban sus colores de primavera verano por las avenidas ciudadjuarenses.
El centro de la ciudad era un gran bazar, con una "catedral" tan moderna como fea, el sol respetaba pero hacía mucho calor y para eso no hay nada mejor que un zumo natural mejicano. Los zumos mejicanos son curativos, igual que las chicas de Ciudad Juárez; allí observó el caminar de alguna de las mujeres mejicanas más bellas que alguna vez viese, visitó mercados, paseó y encontró caras desafiantes que le decían: “dame un motivo, dame un motivo para acuchillarte...” Los boleros ofrecían su trabajo por doquier.
Cansado de no ver nada, regresó al hotel a esperar a que diesen las 14.00, entró al consulado y el trámite de nuevo fue rápido, pareciera que allí dentro el tiempo transcurriese de otra forma, quizá Cecilia tuviese que ver con aquello, de nuevo estaba allí. Se marchó al hotel con su pasaporte y su nuevo visado y después caminó hasta el centro comercial para ver lo que pasaba en el mundo no real. Empezó a oscurecer y regresó al hotel con una Mirinda para ver algo de tele, leer y reiterar sus inmensas ganas de irse. Seis personas murieron a balazos aquel día.


28/08708
Tras un desayuno en el restaurante El Cebollero, cogió un taxi que conducía un señor bien simpático, Ramiro, que le fue explicando los pasos a seguir dentro de la oficina fronteriza para que le sellaran el I-94 mientras amenizaba el camino y la inmensa caravana de coches con un grupo español “Los Churumbeles de España” . El trámite fue rápido, aquello parecía un acuerdo entre ambas partes, tú lo haces rápido y pagas $6 y nosotros te perdemos de vista cuanto antes... en la misma fila estaba una famosa atleta paraolímpica mejicana que no reconoció hasta que vio su cara en el periódico, ya en tierra estadounidense. Ramiro y él se despidieron con un apretón de manos y un "suerte" mutuo, y él llegó al aeropuerto internacional de El Paso con cuatro horas de antelación, lo que dio para muchos recuerdos y planes. Allí acabó la historia del visado J1 y se dio cuenta de que era una persona tan afortunada como ignorante de ello.
Ciudad Juárez podría perfectamente ser un pueblo del Badajoz profundo, si hubiese que elegir una ciudad de mundo de las que conoce para hacer de infierno sería esta una de las candidatas. porque parece sacada de una canción de Tom Waits, capital de caras desafiantes, calor, coches destartalados, taxistas con cara de demonio, extranjeros de todo pelo, caraduras, timadores, músicos ambulantes, putas... en Ciudad Juárez se muere igual que se moría en una película de Sergio Leone y da igual que lo intentes, no vas a encontrar postales.
Mr. Blue

Sunday, November 16, 2008

No, ni hablar de rendirnos, Señor. Jamás.

Estimado Coronel Steiner:
La situacion se está haciendo hacerlos experimentados arqueros, sí Señor, arqueros, ya no nos quedan opciones, pero lo descorazonador es que se han quedado casi ciegos, una intoxicación de alcohol metílico les ha hecho perder la vista, lo sé Señor, lo sé pero no linsostenible, pero la respuesta es no, no hay rendición, no, no hay capitulación, todo sigue en estado de alerta. De nuevo nos han barrido, de nuevo estamos hechos trizas. Conseguimos reunir un pequeño batallón de setenta hombres, aunque lo de hombres es un simple fomalismo de papeles rellenos en un despacho, Señor. La mayoría no son más que adolescentes, y lo que es peor son formados en la academia del aire y como tal apenas tienen experiencia en infantería; conseguimos es pude impedir aquello. Ahora el entrenamiento va a durar meses y apenas podremos hacer maniobras, demasiado arriesgado, no habrá más remedio que convertir toda la práctica en tácticas teóricas que van a tener que imaginar, e intentar alguna razia muy contada. Sabemos a lo que nos enfrentamos, a los meses de hastío, a las noches de insomnio y soledad, pero mañana, Señor, volveremos a salir otra vez en batalla a vivir, a creer en lo imposible, a creer en los sueños, a creer en la fe, en la esperanza de que lo hermoso aparezca, de que los deseos se cumplan. Eso está en juego, Señor, ya no se trata sólo de ganar o perder, no se trata de no querer admitir la derrota. Se trata de creer en los sueños, creer en que hay una brecha en la realidad por la que pueden entrar en tropel conquistas fantásticas. Pero no en estas palabras, Señor, no en la literatura, hemos sido capaces de hacer que nevase en Granada en Marzo con palabras,;insisto, no creemos en el convencimiento literario, Señor, no; sino en la vida, en lo que vemos, en lo que tocamos; se trata de que no queremos sobrevivir, queremos vivir. Qué año ha sido este, Señor, las tropas diezmadas por la enfermedad que ha abierto las puertas a catástrofes sinnúmero y que se enseña veinticuatro horas al día, en una presencia sorda, como una molestia en el costado, constante, perenne que nos dice: “estoy aquí, estoy aquí”. Y sus enfermedades hermanas, a cual peor, ahí están en el aire volando, en un posible futuro, y la ruina económica, ahogados en deudas, encerrados en las trincheras, sin poder permitirnos excesos bélicos o caprichos personales que nos dieran breves momentos de opio; sin amor, solos, sin consuelo...
Pero la vida está para soñarla, para conquistarla, yo no he venido aquí a conformarme con las migajas que me ofrezca la realidad para contentarme y para que pase a formar parte de su ejército de hombrecillos somnolientos que deambulan en la factoría del gris. Yo he venido aquí a reinventar, a ponerle nombre a las estrellas, a abrir las grietas por donde se filtre lo mágico, lo imposible. Yo he venido aquí a soñar, a imaginar, a pelear por lo elevado, por lo hermoso, por lo puro, por lo justo. Así me deje la piel, así me arrasen las lágrimas como todos estos días y como ahora mismo. No hay rendición, Señor, fuera de la lucha, no hay nada, pues estamos dentro, así nos zahiera cada instante, así nos ataque la tristeza, la enfermedad, la miseria, sin piedad como hasta ahora. Nos da igual, esto es igual que ponerse frente a las olas cuando rompen con fuerza, ponemos el pecho, anclamos los pies, o a veces de rodillas y gritamos: “!!!Sin moverse ni un milímetro!!!” y que rompan las olas en el pecho y en la cara, y nos empujen y nos tiren, Señor, y mareados, sin parar de reír, de nuevo nos ponemos en posición, firmes. No nos rendimos, no renunciamos, sólo cambiaremos un sueño por un sueño mejor. No cambiaremos un sueño por la calma, no queremos morfina indolora. Cuando los hombres estaban doloridos parecía que no fuese un dolor agudo, era más bien una molestia, un recordatorio, todo el día, todos los días. El doctor nos suministró algo para el dolor, pronto se terminó, Señor, sí, también las medicinas se han acabado... Al final nuestro dolor nos recuerda lo hermosa que es la vida, que hay que vivir, que hay tanto por aprender, por soñar, por querer; ese dolor que nos hace estar en una tensión enorme por existir, desde que el sol se levanta.
A veces es agotador este estado, me pregunto como los hombres no se derrumban, como seguimos en esta tensión, en guerra todo el día, todo el día, todos los días, sin apenas instantes de reposo, de evasión de uno mismo, pensando como mejorar, como reconstruir nuestras vidas, como ser mejor con los demás. No nos rendimos, Señor. Hay que soñar, hay que creer, nos derrotan y nos levantamos, nos aniquilan pero volvemos a nuestra posición. Y creo, Señor, que aún me quedan unos días de sólo llorar y llorar, pero ya me estoy rearmando otra vez. Llegan los refuerzos, mis soldados ciegos, a algunos los veo volar en el horizonte, veo el polvo que levantan otros en la lejanía. Llevamos unos días sufriendo bajas espantosas, cualquier ejército se habría retirado, los nuestros no, Señor !Cuánto les debo! Mis soldados siguen, los pocos que aún no están moribundos, ciegos o delirantes por la fiebre, los que no están destrozados en pedazos creen que podemos ganar, creen que es hermoso creer, creen que la guerra es su razón de existir, la guerra por el infinito, la guerra por hacer posible lo imposible. Entro en mi enfermería, Señor, pasando revista y veo a todos esos soldados, los que sueñan por mí, los que resisten por mí, con toda clase de heridas espantosas, mutilados, la mayoría morirán y me dicen: “ganaremos, Señor”. Les seco el sudor de agonía, les cojo la mano para que sientan calor humano antes de partir para siempre a la nada y me dicen “ganaremos, siga soñando por nosotros, Señor, siga construyendo, siga inventando, siga suspirando, siga creyendo”.
No, ni hablar de rendirnos, Señor. Jamás.
George Mc Stagger

Stones reggae

El ritmo del mar
(Dedicado a Haile Selassie)

“If you are the big tree… we are the small axe”

Desde la pequeña Jamaica, las historias se ven de diferente manera, lo que para unos es música para la diversión y fumar hierba, se convierte en religión, forma de vida y luz espiritual para otros; religión y cultura pop, una forma de estar más cerca de Dios, la música perfecta para la playa, o ese sentimiento de estar más cerca de la naturaleza, de la Madre Tierra, y es entonces cuando aparece en todo su esplendor cultural África.
Babilonia caerá y un barco nos llevará allí, a las tierras verdes de África, el viejo sueño de la abolición de la esclavitud, los tiranos caerán… afro centrismo; si ellos son el gran árbol nosotros somos el pequeño hacha. El reggae, como cualquier folk, tuvo sus inicios en la música protesta los cantos de los rastaman en las montañas de Jamaica, cerca de Jah. Sin duda se nota que se puede estar más cerca de la perfección espiritual oyendo música jamaicana, música del pueblo y para el pueblo porque nace del pueblo, creo que es eso lo que se han encontrado algunos miembros de los Stones cuando se han acercado al reggae. La diversión, la esperanza, el socialismo y las utopías, las mejores secciones de ritmo (con perdón de Charlie y Bill), el ritmo de la tierra madre fluyendo, la mejor hierba, el mejor dios… un cruce de culturas. Música para seres humanos en islas… el ritmo del mar.
Javier Morales i García.
Ecos de Sociedad

Thursday, November 13, 2008

Poesías incapaces (selección I)

ألبنت هذه
هنا سكنت ألتي
I
algarabiyya
(los dos primeros versos de María Luis)
tengo celos de la brisa del mar
que acaricia tus mejillas al despertar
tengo celos de la celosía
que no me deja ver tu mirar
quisiera ser el oasis
donde curas tu sed de amor
y moriría por ser la arena caliente
que cubre tus pies al caminar
por la playa blanca que ahora es tu vida.
y daría lo que tengo por dejar de ser
una duna más del desierto
que antes era tu existir
y ahora ves en la lejanía.
tengo celos del agua
que al beber moja tus labios
y de la que baña tu piel
con los brazos abiertos
cuando recibes al mar

II

tocarte el pelo
tocarte el pelo
es como hacer dibujos con los dedos
en la arena del mar.
trazas las eses
pero llegan las olas,
que las estiran y acarician.
aunque al marchar
solos se rerrizan los rizos
que yo no me canso de desrizar.
tocarte el pelo
es como acariciar
la cola del cometa
que te hace sentir calor
y un bienestar espacial
tocarte el pelo
es dejar marchar los pececitos de tristeza
y oler el agua del mar

III
ochenta y dos lagrimas de hojalata
no tengo sentimientos
tengo cables de acero que hacen de nervios
condensadores de amor y pasión
que se recargan cuando te veo
tengo una mente llena de chips
que se llenaron de ti
y explotaron en pedazos.
las tuercas se aflojaron
se empañaron los objetivos,
los cables se hicieron humo
y mi corazón metálico
de muy pobre aleación
goteo lagrimas de estaño
que cubrieron mi estómago
e hicieron cortocircuito de ideas.
el sol se apagó
no había voltaje
el agua llegó al circuito...
otra vez sin tu regazo

IV
de venus saliendo del mar, poesía
la duda y el aviso hacen soplar
los vientos que mueven tus rizos,
aquellos que fueron alegría a mi tacto.
la gracia observa tu belleza
para intentar tapar a mi vista con una capa
todo lo que no se puede describir o contar.
tú cubres tu pecho herido
y tu pasión dividida entre odio, dudas y amor
y las olas se van llevando poco a poco
mi cuerpo hecho de arena
y me deshago en lágrimas
recordando cuando te vi entrar en el mar.
el viento mueve las hojas de los árboles de citera
y las ramas pronuncian tu nombre.
te miro pero no te puedo tocar.
Mr. Blue

Tuesday, November 11, 2008

Como cada mañana

La madre Dolores Cabello había nacido en Modubar de la Emparedada pero había dejado su juventud en un monasterio claretiano de Aranda de Duero.
Cada día se levantaba a las cinco de la mañana sin ayuda del despertador, se aseaba y comenzaba el mismo ritual de cada mañana. Frente al espejo se preguntaba por qué ella mientras se colocaba el crucifijo que le había regalado su tía Angustias cuando se ordenó, y pensaba en su padre Efraín y en aquella ley no escrita por la que las familias como Dios manda entregaban a uno de sus hijos a la Iglesia, mientras se miraba al espejo y veía aquella palidez nuclear, sus labios finísimos y sus enormes gafas de pasta de color marrón.
Como cada día echaba de menos aquella larga melena negra que un día lejano enamoró a Nazario Díez cuando eran tan jóvenes que no sabían nada de la vida.
El tiempo pasaba en aquella habitación y la madre Dolores Cabello miraba la hora en el reloj que su padre le había regalado y que se enterraba en su muñeca para mofa de sus alumnos, porque la madre Dolores Cabello era profesora de álgebra en el colegio San Antonio María Claret y allí llevaba cinco años, viviendo en la residencia de la escuela y compartiendo noticias y día a día con su amiga la hermana María Goretti.
Como cada mañana la Madre Dolores Cabello despertaba de sus pensamientos a las 5:45 y tras pasar quince minutos arrodillada rezando y pidiendo perdón a Dios por no apreciar que Él se hubiera quedado con su lozanía y juventud, se levantaba, cada día con más dificultad, abrochaba el cinturón que dividía en dos bultos su cintura y como cada mañana la Madre Dolores Cabello a las 6:50 en punto se dirigía a las aulas pensando por qué con casi sesenta años aquellos salvajes se riesen de su acento, de sus piernas sin tobillo y de a saber qué más.
Durante el día, en la clase, apretaba fuerte sus llaves para no gritar a los más lentos y las movía para relajar tensión cuando notaba que se acaloraba. A veces se atusaba su corto pelo gris y después se tapaba la boca con los dedos, en pose reflexiva y durante unos segundos los números se veían derrotados por Nazario y por su padre, y de su boca de labios finos salían expresiones del tipo: “Pero mujer, ¿serás tontaaaaaaaaaaa?” sin saber muy bien si se las dirigía a ella misma.
La madre Dolores Cabello era española y vivía en Puerto Rico, pero nunca se reía.
Mr. Blue

Cordial.
(Del latín cor, cordis, corazón, esfuerzo, ánimo).
1. Adj. Que tiene virtud para fortalecer el corazón.
2. Adj. Afectuoso, de corazón.
3. M. Bebida que se da a los enfermos, compuesta de varios ingredientes propios para confortarlos.

La palabra cordial tiene una etimología curiosa, viene del francés y significa "que alegra el corazón". El cordial es una costumbre que observé en Puerto Rico, tras una comida y en un vaso muy pequeño se sirve lo que allí llaman "cordial", a lo que los españoles nos referimos con el vulgarismo "chupito" que no deja de ser una manera bien fea de referirse a un vaso de licor que contiene un sorbito.
El cordial es mucho mejor que el chupito, sin duda, se sirve en vasito pequeño, a veces frío, y vale cualquier tipo de licor. A pesar de que el rey es el ron, observé la querencia del portorriqueño hacia el afrancesado licor de naranja española, el Cointreau. El cordial alegra la sobremesa, suelta las palabras y a veces las canciones, ayuda a solucionar problemas de corazón, de depresión, de tristeza... convierte la tarde en un algo para compartir. El cordial es mucho mejor que un chupito, principalmente por el lugar en el que se toma. El cordial es cordial, como Luis Santiago.


Mr. Blue

Poesías incapaces (selección II)

VII
Siete vidas tiene el gato
Siete brazos el candelabro
Siete planetas en el espacio
Siete aberturas en mi cabeza
Siete días en una semana
Siete colinas en la bella Roma
Siete noches muriendo en mi cama
Cuatro esquinitas tiene mi alma.

IX
Como el licor de mi vaso
Allí me quedé solo
Con las palabras que no te dije
Y las cosas que no hice.
Vi como te marchabas
Como el agua entre las manos
Como el licor de mi vaso.
Y allí me quedé solo
Con las palabras que no dije
Y las cosas que no hice
Vi como te marchabas
como el agua entre las manos
Como el licor de mi vaso
solo

X
Venus salida del mar
Soñé como abrías los brazos
Igual que cuando te metías en el mar
Y el mar salió de mis ojos,
Soñé que quería soñar.

XI
Mucho sueño
Lucerito del alba
Que no me dejas dormir
No duermo porque no te te veo
Ni te puedo sentir.

XII
… y más vueltas
Rosas de amor
que a tiempo no llegaron
en rosas de funeral
en un campo acabaron.
Risas que se marchitaron
Y el raso de tu piel
Que ya no sienten mis labios
“¡No se muere de pena!”
Se oía en la radio
De la memoria de hiel.

XIII
Pétalos
El viento disfrazado de tiempo
Se está llevando los pétalos rojos
De aquel cielo blanco
Que fue tuyo y sólo tuyo
Por el que a las estrellas
ya no llegamos volando.

XIV
Cuentas
Rojo atardecer
Más blanco de luz,
Más rosa de flor,
Más negro carbón,
Igual a dolor.
Verde indiferencia,
Más azul lejanía,
Más gris desilusión,
Igual a dolor,
Es de soledad.

XV
Pagaré
Una libra de alma
Pago al monte de piedad
Y caja de ahorros soledad.
En forma de salada lágrima
Con el tanto por ciento mortal
De suspiros y de inútil y torpe rimar.

XVII
Nihil sum
Soy polvo,
Soy algo,
Soy todo,
Soy mucho,
Soy poco,
Soy agua,
Soy nada,
Sin ti,
Soy nada.
Mr. Blue

Brandy español

¡Qué bien le sentaba la muerte! Aquellas ojeras que hacían de su mirada algo tan op art, la piel de los pómulos tan pegada al hueso... estaba perdiendo algunos dientes, su sonrisa estaba tan llena de luz como una luna nueva y era tan expresiva como la de un busto de alabastro. Sus brazos eran largos y finos, tan blancos que las marcadas venas parecían recorrerlos por fuera. Sus manos… sus manos eran óseas y empezaban a curvarse ligeramente, los movimientos de los dedos eran lentos pero elegantes con un toque de distinción propio de la vieja nobleza prusiana, y el humo de sus cigarrillos completaba el espectáculo ya que hacía de fondo perfecto para aquella película muda que era verle hablar con una copa de brandy español en su mano.
Las camisas de seda tapaban las costillas que parecían querer escaparse de aquella prisión hecha de una finísima capa de dermis. Sus piernas eran dos raíces que salían del suelo en línea paralela y que se escondían dentro de dos botas que a veces se despegaban del piso. Su suave caminar gatuno ya no conocía de líneas rectas ni de prisas.
De repente un día empezó a cambiar, y poco a poco su piel fue adquiriendo un color dorado que no tenía muy buen aspecto, su cabello empezó a tener un brillo saludable, dejó de poder contar sus costillas y sus venas ya no se veían, lentamente iba viviendo hasta que un día... vivió. ¡Qué lástima! Había paseado su muerte por tantos lugares... y la muerte le sentaba tan bien…
Mr. Grey