Thursday, December 25, 2014

María la del Acebo


Las tragedias más grandes son siempre las personales esas que apenas cuentan para la historia. Si a un libro se le da el calificativo de bueno según sea la carga emotiva que recibe o desprende el lector durante o tras la lectura afirmo hasta vuestro agotamiento que éste es magnífico. Las emociones se mecen desde el humor más disparatado, como el del capítulo magistralmente titulado por la autora “No sin mi gocha”,  hasta la desesperación y las lágrimas que provoca la tragedia de una madre que pasa tres días y tres noches en una capilla en la fría nada del Puerto de Leitariegos junto al cadáver de su hija, una niña aún fallecida de sarampión, porque un malnacido con sotana se niega a darle sepultura para vengarse de los vecinos por una riña pueblerina de la que esa madre no tenía culpa alguna.


Esta es la historia de María Álvarez Fernández, María la de Fonceca o la del Acebo, que podría ser la de cualquier mujer nacida en el ámbito rural humilde de la España de los años 30. Lo que hace especial a la de María es que uno jamás podría imaginarse la inmensa fortaleza física y anímica que derrochó para sacar a los suyos adelante y mostrar cara al público un arte y una entereza titánica para esconder las penalidades que la persiguieron durante su vida y, a pesar de todo, ser la persona cercana y simpática que siempre ha sido.
De la dificultad de escribir un libro basándose en transcripciones orales hay muy poca gente que sepa. Si además la obra es una biografía y la vida de la protagonista ha visto ochenta y tres otoños y ha tenido mil andanzas la misión se torna en una labor descomunal.
María del Roxo es la encargada de poner por escrito parte de esa vida y lo hace con un ritmo envidiable. La escritora, que demuestra un saber estar en la sombra exquisito, se convierte en pieza imprescindible en la lectura ya que aporta los nexos fundamentales para dar continuidad y contexto histórico a las casi doscientas páginas de “María: Del Acebo al Cielo”.
Por primera vez en mi vida, un libro ha hecho que haya vencido al sueño, a la incomodidad y a la agonía viajera de un vuelo transatlántico, por primera vez en mi vida he logrado acabar un libro de una sentada en un avión.
Carlos Rodríguez Duque

Tuesday, December 09, 2014

Mapamundi de Texas (VI)

No necesitas salir de Texas para visitar las tierras globales, no...






Dos continentes... la gran Australia, Irlanda la pobre, la pérfida Albión y un lugar del Principado de Asturias...


Sí ya lo sé, es un algo tejano. No lo entenderías...

Tuesday, December 02, 2014

Radio nocturna


Querido Original Archibald:
Soy un tipo del barrio de Canillas que trabaja de profesor de español en Galveston, Texas, desde hace nueve años.Hace uno y medio estoy contratado en un colegio concertado en el Norheast Galveston, una zona que tuvo una época dorada en los 70 y que ahora es un ghetto de marginalidad y pobreza que poca gente no acostumbrada a la realidad de EE.UU. podría creer que existe.
La bella (y jovencísima) Victoria da clases también de profesora de segundo en el mismo colegio que yo desde que empecé. El trabajo, es el trabajo, vas a hacerlo lo mejor que puedes, a veces sales con sensación de haberlo hecho bien y otras con el pesar de que un descuidero te ha robado el día...
Son cosas como ver a Victoria las que te hacen tener la esperanza de que algo puede ser distinto; un amor en silencio, disfrazado de admiración profesional, simplemente eso.
El día a día es una rutina calcada: acabo una clase, abro la puerta, saco a los chicos y el siguiente grupo está esperándome en el pasillo con el profesor o profesora de turno. No es hasta la una que el asunto cambia en mí, a  esa hora la reina Victoria trae a sus súbditos a mi clase, los Houston Cougars, y algo, Original Archibald, imposible de describir con palabras, pasa en mí. Todo es rápido: un saludo, una mirada de pies a cabeza cuando está distraída, un suspiro interno... y ella deja a los chicos y se marcha caminando por el colorido pasillo mientras mis ojos apuran hasta el último segundo de esa visión.
La sangre viaja del corazón al cerebro a diferente velocidad durante los siguientes cuarenta y cinco minutos a la espera de que la clase termine y ella venga a buscarlos. Y es entonces cuando ocurre: todos los días (todos los días de lunes a viernes, Original Archibald), mi corazón empieza a latir recreando los acordes de “I'm Gonna Love You Just A Little Bit More, Baby” cuando la reina Victoria entra en mi clase a recogerlos. Justo después tengo una pausa de cinco minutos antes de que venga en siguiente grupo, y desde hace tres meses, tres largos meses,  Original Archibald, a la una y cuarenta minutos de la tarde Juan se va al baño a intentar calmarse echándose agua fría en la cara.
Victoria es una belleza negra que parece, por su complexión física y su manera de vestir, una cantante de los 60 (sí, ya lo sé… tengo la cabeza llena pájaros felices). Tiene mucho estilo, es una persona muy educada y eso es todo lo que sé de ella.

Hace unos sábados se celebró el cumpleaños del profesor de educación física del colegio y e invitó a varios compañeros, entre ellos a Victoria y a mí.
Es tanta la diferencia de edad, Original Archibald, que intentar acercarse sería casi inmoral pero aquella tarde noche tuve la oportunidad de poder hablar un poco con ella y enseguida noté una hiriente indiferencia. Creo que tiene algo con otro tío que trabaja en el colegio que es más o menos de su edad y, claro, si además de la diferencia generacional y cultural añades que yo sólo soy negro por dentro, el que sobraba en la combinación era obviamente yo...
Aquella noche también estaba entre las invitadas Tina Redmington, una negraza apabullante de dos metros y ciento veinte kilos de peso que lleva loca por mí desde hace un par de años. La chica se tomó dos copas y me declaró su amor. Estaba yo sentado en una silla en la terraza del local de moda y se puso a bailar delante de mí. Sabía que aquel iba a ser su momento, ella lo sabía... y yo también. Me miró a los ojos y después los desvió para decirme: “Martínez, me pareces el tío más sexy del colegio. Cuando me ves por las mañanas y me dices buenos días en español ¡hmmm! me derrito... lo siento pero tenía que decírtelo." Se dio la vuelta y empezó a restregar su fibroso trasero contra mí, un twerking de todas todas, Original Archibald. La pasión mezclada con aquel par de gotas etílicas se le subió a la cabeza y después fue ella la que se me subió encima para hacerme un lapdance. Mi lucha por zafarme de aquella encerrona tuvo su cierta gracia pero fue curioso que Victoria fuese la única de los presentes que no se riera.
Tina desapareció, consciente de su osadía, supongo, y entonces llegó lo peor, en las cinco cartas restantes había dobles parejas de figuras negras, y un naipe de color rojo: un jack of hearts, una puta sota de bastos, que decidió que lo mejor que podía hacer era marcharse a casa. Apretones de manos para los chicos y estrujones de medio lado para las dos princesas. No lo pude evitar, en el abrazo a Victoria le di un beso en la sien cubierta por sus rizos...
Y Martínez se fue caminando hacia su coche, bajó la capota, encendió la radio y mientras sonaba “I'll be here (when you get home)” de Gladys Knight and the Pips, miró fugazmente al asiento vacío y sintió como Original Archibald ponía la mano izquierda en el hombro derecho de Martínez. 

Querido Original Archibald, quizá te estés preguntando ¿por qué a mí este rollo? La respuesta es sencilla: porque no hay nadie más en el mundo, nadie, Original Archibald, que pueda entender esto. Las cosas de ser un confitero sonoro tan fino como tú traen emails como este. Nunca me pierdo tu programa.
Juan Martínez Conde