Tuesday, November 11, 2008

Como cada mañana

La madre Dolores Cabello había nacido en Modubar de la Emparedada pero había dejado su juventud en un monasterio claretiano de Aranda de Duero.
Cada día se levantaba a las cinco de la mañana sin ayuda del despertador, se aseaba y comenzaba el mismo ritual de cada mañana. Frente al espejo se preguntaba por qué ella mientras se colocaba el crucifijo que le había regalado su tía Angustias cuando se ordenó, y pensaba en su padre Efraín y en aquella ley no escrita por la que las familias como Dios manda entregaban a uno de sus hijos a la Iglesia, mientras se miraba al espejo y veía aquella palidez nuclear, sus labios finísimos y sus enormes gafas de pasta de color marrón.
Como cada día echaba de menos aquella larga melena negra que un día lejano enamoró a Nazario Díez cuando eran tan jóvenes que no sabían nada de la vida.
El tiempo pasaba en aquella habitación y la madre Dolores Cabello miraba la hora en el reloj que su padre le había regalado y que se enterraba en su muñeca para mofa de sus alumnos, porque la madre Dolores Cabello era profesora de álgebra en el colegio San Antonio María Claret y allí llevaba cinco años, viviendo en la residencia de la escuela y compartiendo noticias y día a día con su amiga la hermana María Goretti.
Como cada mañana la Madre Dolores Cabello despertaba de sus pensamientos a las 5:45 y tras pasar quince minutos arrodillada rezando y pidiendo perdón a Dios por no apreciar que Él se hubiera quedado con su lozanía y juventud, se levantaba, cada día con más dificultad, abrochaba el cinturón que dividía en dos bultos su cintura y como cada mañana la Madre Dolores Cabello a las 6:50 en punto se dirigía a las aulas pensando por qué con casi sesenta años aquellos salvajes se riesen de su acento, de sus piernas sin tobillo y de a saber qué más.
Durante el día, en la clase, apretaba fuerte sus llaves para no gritar a los más lentos y las movía para relajar tensión cuando notaba que se acaloraba. A veces se atusaba su corto pelo gris y después se tapaba la boca con los dedos, en pose reflexiva y durante unos segundos los números se veían derrotados por Nazario y por su padre, y de su boca de labios finos salían expresiones del tipo: “Pero mujer, ¿serás tontaaaaaaaaaaa?” sin saber muy bien si se las dirigía a ella misma.
La madre Dolores Cabello era española y vivía en Puerto Rico, pero nunca se reía.
Mr. Blue

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