Tuesday, March 20, 2012

Hoy hace un año: Diario de Carolina

12 de marzo
Hoy cumplo treinta y siete años y medio, y Delta Airlines me ha regalado una pérdida de maleta.
Charlotte tiene un centro muy vivaracho, cuando llegué había un desfile del día de San Patricio en el centro.  También vi como unas grúas inmensas descargaban una estatua gigante de una calavera, mientras una banda de viento amenizaba a los paseantes.
Charlotte tiene encanto, sí. A pesar de ser modernos, sus edificios tiene un señorío que hacen magnífico el paseo por el centro. Previamente caminé por Beamont un pueblo cercano en el que hay poco que ver y lo que hay es todo orientado a turistas.
Espero la llegada al hotel de mi maleta mientras veo el mejor western de la historia “Río Bravo”. Dean Martin y Ricky Nelson acaban de cantar para mí.
En este viaje he decidido probar desayunos en sitios diferentes de comida basura. Hoy tocó en Taco Bell, God bless America...
Tengo mucho sueño.



13 de marzo
Me levanté dos horas más tarde de lo esperado, el indio de la habitación de al lado tardó mucho en dejar de tocar las campanitas y rezar.
Mi maleta llegó anoche y hoy desayuné en McDonald's. Desde Charlotte conduje dos horas hasta Chimney Rock, uno de esos parques estatales con cascada, alturas figuradas y rutas para gente que no puede caminar más de doscientos metros. Naturaleza falsa al fin y al cabo, pero me gustaron las curvas, el camino me recordó al antiguo puerto del Rañadoiro, ese que subí y bajé mil veces antes de que hicieran el túnel. Chimney Rock es también el nombre del pueblo al que no hace falta que vayáis.
Desde allí a Asheville, una ciudad pequeña y con muchas otras cosas  que ver además de The Biltmore. Allí es donde fui primero pero el último tour había acabado ya, así que me toca volver mañana.
Aparqué en el centro y di un paseo de casi dos horas, Ashville está lleno de cafés, galerías de arte, esculturas... Me recordó a mis años en Brighton. Había tantos restaurantes y cafés que me volvió la eterna pregunta a la cabeza “¿Por qué esta gente necesita comer tanto?”
Me he hospedado en el mejor hotel barato de los que conozco desde que vivo en este país, el Budget Motel.
La película de esta noche es “Catch me if you can”, la historia de una persona que lleva su personaje al extremo. Me suena.

14 de marzo
El desayuno venenoso tocó en un restaurante de comida rápida de esta zona llamado “Hardee's”, viendo lo que se cocía en el lugar mientras engullía el veneno pensé en que alguien debería decirle a esta gente que están invitando a la muerte a su casa cada mañana.
Hoy hice la visita a “The Biltmore”, que es una de esas mansiones de principios del XIX que demostraban el poder americano construyendo con piedra. Tres plantas de lujo que, por la depresión y post depresión del 29, se abrieron al público bajo algún pretexto que escondía lo caro que es mantener una casa de ese tamaño.
Al acabar la visita partí hacia un pueblo llamado Cherokee, dentro de una reserva india de la misma tribu. Un sitio que vive de los turistas que van a los Smokey Mountains y a jugar a los casinos que llevan los nativos americanos.
El día estaba nublado y no pude hacer fotos que muestren el aspecto de humo azulado que rodea esos picos. Había nieve en las cunetas y demasiada gente. También muchas curvas, una pesadilla si conduces un inútil coche automático.
El viaje después se hizo aburrido, tras casi tres horas llegué a Winston – Salem, ya muy de noche. Espero que el día de mañana siga dando satisfacciones a mi ego viajero, hoy tuve tiempo para pensar mucho, el paisaje de la autopista no invitaba a parar a cazar algo que fotografiar.
He comprado una bebida gaseosa local “Cheerwine”, y he conseguido darle dos sorbos, ya está bien de heroicidades por hoy, me espera la cama.

15 de marzo
La carretera te da un toque de desgaste que solivianta al narcisista, hoy he hecho ciento ochenta millas de absoluta nada nocturna de Carolina del Norte.
Comí en Lexington Barbecue, allí probé barbacoa de aquí, que tiene como condimento una salsa hecha de repollo, vinagre y especias. Distinta por ser poco densa y tener un sabor peculiar, buenísima. La carne era lacón.
Antes de la comida disfruté del postre, una magdalena de calabaza que compré en la panadería de Old Salem, una parte de Winston que han intentado conservar como cuando la fundaron los Moravitas.
Los Moravitas son una de esas sectas cristianas cansinas expulsadas de la República Checa hace trescientos años y que mira tú por donde se vinieron a establecer a Carolina del Norte. En su panadería tienen horno de leña y este dulce ha sido el mejor, comprado, que he probado en años.
Old Salem llegó después de la visita a la mansión Reynolda, hogar del magnate del Tabaco Reynolds. Me ha gustado más que The Biltmore, y en el vídeo explicativo la nieta del pez gordo fue sincera: A partir de 1950 era impensable mantener una casa como esa sin ayuda externa. Más claro imposible, la casa es ya propiedad de todos los turistas que por ella pasan.
En la planta de abajo había una exposición sobre las fotos nocturnas de trenes de O. Winston Link, una delicia a la vista. Una puta maravilla al fin y al cabo.
La mansión tiene un bar privado estilo modernista que me ha puesto verde de envidia. Cuando sea mayor quiero un bar con mesa de billar en mi casa, seré mi mejor cliente y todo el mundo reirá mis gracias.
La primera visita de la mañana fue a Bethabara, primer asentamiento de los Moravianos en Wiston - Salem, allá por el año 1753. Una sucesión de edificios restaurados con un paseo agradable para el que vive en una de las ciudades más antipeatonales del mundo.
El “desayuno” fue en Donkin' Donuts, esta cabezonería me está constando la salud. Por la mañana hacía mucho frío, ahora hace más y estoy cansado, ha sido un día de mucha tralla.
En la tele Stevie Ray Vaughan y Albert King me ponen una banda sonora que agradezco infinitamente.


16 de marzo
Salí de Rocky Mount a las 9:30 y llegué a Roanoke Island tres horas y media después. Crucé puentes kilométricos y tuve un gran tramo de niebla para nada, absolutamente nada: las islas Outer Banks...
Craso error, aquí no hay rastro de naturaleza, todo está americanizado y desde la carretera no se ve el mar ni una vez. Las casas lo tapan y, encima, la media de velocidad es de 45 millas por hora. Subí hasta Corolla para ver el faro de Currituck Beach, precioso pero estaba cerrado a visitas.
Esta noche estoy durmiendo en un buen hotel de Kill Devil Hills, con la sensación de haberme metido en una trampa. Salir de estas putas islas y volver al continente me va a costar cinco horas y, por si fuera poco, tendré que coger dos ferrys.
En Roanoke no vayáis a ver nada, no merece la pena. Sólo los jardines isabelinos que te dan casi una hora de relajación, aromas de flores y silencio roto por pájaros, sonido de agua y ardillas. He perdido un día, menos mal que aún me quedan tres.
Hoy he hecho la milla número mil y me muero de sueño.

17 de marzo
Día de San Patricio, el día en que todo el mundo clama ser irlandés, hasta San Patricio que nació en la actual Escocia...
Me levanté una hora tarde y desayuné en el hotel, no pude seguir con el experimento, me estaba poniendo literalmente enfermo. Llamé a las reservas de ferrys para ir desde Ocracoke Island a tierra firme y el de las 4:30 no vuelve a funcionar con regularidad hasta abril. Merde!
Me acerqué corriendo a ver el Wright Brothers Memorial, aquellos dos tipos fueron los primeros en volar con alas... La cámara no funcionaba así que tendré que “buscar” en internet una solución para completar el álbum.
Tengo la sensación de robo de tres horas, cuando salí del museo no sabía si iba a poder llegar a tiempo al ferry de la una en Ocracoke,  sí, sí...  el mío.
Me encontré de todo: Obras en la carretera, límites de velocidad muy lentos. conductores americanos... pero lo conseguí, soy un tipo con suerte, lo soy.
He dejado de ver cosas pero he podido por fin salir de la ratonera de las Outer Banks. Siempre fui un marinero de agua dulce.
El rato de ferry (dos horas y media) ha dado para leer, dormir, comer y pensar. Mi idea de llamar a la familia se ahogó en el camino, claro... en el trayecto no había cobertura. Así soy de listo.
Del agua al pueblo de Beaufort que tiene una parte antigua que ofrece un paseo magnífico para el que está hasta los mismos de automóvil y de paseos áridos en barco.
Desde allí partí con dirección a Wilmington, sitio al que llegué casi tres horas después. Los límites de velocidad de North Carolina están devorando a sus hijos y me están haciendo tener que variar demasiado el libro de ruta, además de encabronarme sobremanera.
Me llama la atención que no estoy viendo a muchos hispanos en este estado lo que me hace más notable en algunos lugares.
Tengo muchas expectativas puestas en Wilmington, a ver qué ocurre mañana por la mañana.


18 de marzo
Wilimngton es una ciudad costera mejor cuidada que otras, nada más. El museo del pueblo es justito, justito... Un lugar que seguramente tiene que existir por obligación moral. El paseo por la zona del río es agradable y lo es porque es agradable ver gente caminar y sentarse en una terraza a refrescarse el gaznate con una cerveza muy fría a la hora del Ángelus viendo la vida pasar con gafas de sol.
Pensando y pensando, mientras la cerveza me refrescaba el alma, he llegado a la conclusión de que la actividad gilipollesca de sacar fotos a edificios de madera de unos doscientos años se llega a hacer cansina, hay tantos que te llegan a abrumar.
Hoy he vuelto a coger un ferry que me llevó desde Fort Fisher (último puerto en ser tomado en la guerra civil de esta gente) a Southport. Media hora de siesta que agradecí infinitamente.
Southport es más atractivo que Fort Fisher, poco más puedo contar. Desde allí fui a ver el faro de Oak Island.
La costa se ha hecho algo repetitiva, mañana me esperan Durham/Raleigh.

19 de marzo
San José y día del padre en España, y este se cuento se acabó. He tenido mi viaje y EE.UU. tiene una nueva guerra, todos contentos.
Amanecí en Wilmington, desayuné en Burger King y atardecí en Raleigh, en la mitad ocurrió Durham, ciudad universitaria gracias al dinero del magnate del tabaco Washinton Duke. La universidad es elegante y tranquila, con jardines e iglesias, pero no huele a humo de tabaco.
Otra atracción turística de Wilmington es la granja donde W. Duke empezó a amasar su fortuna. Si la visitas y tienes suerte alguna chica estadounidense te sonreirá sin pedirte nada a cambio.
Raleigh parece más ciudad, es la capital del estado, y ofrece más al que va en busca de fotos.
La visita a la zona del capitolio fue magnífica, la gente disfrutaba de una soleada tarde de sábado yendo a museos y paseando; y yo veía todo tras mis gafas de sol.

Hay cientos de matrículas personalizadas en este estado, debe ser barato y fácil. El otro día vi una que me hizo mucha gracia, la llevaba un Smart y en ella se leía: 42 M.P.G.
Me toca levantarme dentro de unas horas, a las 3:30 AM.
Mil quinientas cinco millas, soy un tipo con suerte.
(Muchas fotos aquí).
Mr. Blue

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