Monday, February 25, 2013

Días de nada (II)

Cuando salió de casa por la mañana vio un movimiento inusual en el club de striptease que llevaba tanto tiempo cerrado. Aquel local era una casa, una de sus favoritas, y siempre había sentido una curiosidad especial en verla por dentro.
Todas las tardes cuando pasaba por allí se preguntaba a qué olería, qué tipo de música se quedaría entre aquellas paredes de madera y pladur, el color que tendrían los billetes cuando las chicas se los sacasen de la ropa interior tras los bailes y otras naderías por el estilo.
Todo aquel movimiento no era porque el local se fuese a remozar y reabrir al público... todo lo contrario. Aquella casa tan bella y con tanto misterio para él había sido reducida a un montón de tablas, cristales rotos y hierros retorcidos. Y a su lado un triunfante bulldozer esperaba, como un perro atado al tronco de un árbol enfrente de una tienda, a que saliera su amo y se fueran caminando juntos.
La vista era desoladora bajó la vista hacia el cuentakilómetros de su coche y empezó a imaginar lo que aquella casa, la de sus sueños, habría sufrido al ver al monstruo metálico acercarse a sus hermosas paredes. El dolor inenarrable de tuberías gimiendo, cristales quebrándose y huesos de madera astillándose incapaces de aguantar la fuerza de los envites de aquel monstruo metálico.
Aquella luz en el camino que para él era el club de striptease se extinguió para siempre como una estrella fugaz... Y él nunca vio aquella casa por dentro.
Mr. Blue
(continuará...)

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