Este par de botas de piel nacieron en Valverde del Camino pero llegaron a mis pies en Madrid después de que mi abuela Isabel las comprase en Navas del Madroño y me las regalase en 1996.
En estos veintidós años han pasado de estar desterradas en una caja de carton durante varios, a cruzar el océano Atlántico y hacer camino por medio mundo.
Cuando por su salud empecé a pensar que iba a ser mejor retirarlas de la calle se cruzó en su camino Irma, mejicana y americana, que se ofreció a llevarlas a un "doctor" en Uvalde, Méjico lindo y querido...
Dudé, pero accedí por aquello de haber estado tantos años juntos y por  apego sentimental al ser la única cosa física de mi abuela que tengo aquí. 
 Y las botas se embarcaron en un viaje en carretera de ocho
 horas de ida y ocho de vuelta.
   Y regresaron...
 Y pasaron de ser unas botas de monta de señorito andaluz... 
ligeras y españolas
 a convertirse en unas botas mejicanas duras, hechas para afrontar las dificultades y la dureza de la vida, igual que lo hace el pueblo mejicano.
Gracias por devolverlas a la vida diaria, Irma.
 Mr. Blue
 
 









 
 
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