Llegó un momento en la historia sáurica en el que todos tenían estudios universitarios y un nivel adquisitivo no muy alto pero lo suficientemente holgado para poder permitirse caprichos, ya que la mayoría de ellos vivían aun en el hogar familiar.
Algunos de ellos se empezaron a obsesionar con su aspecto, y como podían permitirse ropa de diseño, empezaron a gastar todos sus ahorros en el cuidado de su imagen. El sexo dejo de tener una finalidad reproductora y pasó a ser una simple diversión, el amor comenzó a ceder terreno a la depravación, y pronto el sexo con el género opuesto empezó a ser poco seguro y algo considerado sucio. La obsesión por la imagen fue en aumento, empezaron a pintarse las garras y otros ponían en sus cuerpos apéndices que iban desde su cabeza hasta la última vértebra de su cola. Comenzaron a llevar joyería y ropa de marca que marcaba las partes de su cuerpo más lascivas... algunos empezaron a desarrollar tanto su musculatura que ciertas especies perdieron el uso de sus extremidades delanteras en favor de potentes cuartos traseros y desgarradoras mandíbulas.
Después con la llegada de líneas aéreas baratas empezaron a viajar todo lo posible a lugares exóticos como la parte sur de Eufrasia o el quizás aun inexistente por aquellas fechas archipiélago Mu, donde sus bacanales se multiplicaban deseosos de probar carne exótica en todo tipo de actividades pecaminosas.
La cuestión es que el ocio y el disfrute personal se hicieron incompatibles con la ley natural de reproducción, la familia era el freno a aquella vida desenfrenada, así que la tendencia de soltería y homosexualidad fue en aumento, por lo que dejaron de procrear y se dedicaron a escribir libros sobre maneras en la mesa, a salir en la tele (llegó un momento en el que en cada canal , a la misma hora había un tertuliano homosauriosexual), a decorar los sitios donde pasaban con huesos, huevos fosilizados y otras fanfarronadas, incluso las cavernas en las que vivían estaban llenas de velas, flores y pinturas rupestres.
El sexo sauricomasculino y el femenino pasaron a llamarse “homosexualraptus” y “triceralesbianicus” y la vida se hizo tan de aquella forma que ante la falta de descendencia y el vicio que invadía la Tierra por sus cuatro esquinas, el Señor, como castigo, decidió mandar un aumento de la temperatura del plano terrestre y para asegurarse que de verdad aquellos mensajeros del mal, príncipes de la depravación, demonios sáuricos sin moral que no tenían Dios ni amo, lanzó un meteorito cuyos fuegos, humos y cenizas acabaron con todos ellos.
Siguió un tiempo de explosiones, erupciones y oscuridades y tras los tormentos llegó de nuevo la calma. Todo siguió con el orden establecido, el Sol se veía de nuevo girar alrededor de la Tierra, por cuyas esquinas el agua del océano caía al averno espacial, trilobites vestidos de azul segaban algas en los campos anchos y planos de la Castilla submarina, las trilobites educaban a sus hijas en el noble arte del bordado y el cuidado de sus maridos e hijos... y entonces, sólo entonces, todos fueron felices.
Algunos de ellos se empezaron a obsesionar con su aspecto, y como podían permitirse ropa de diseño, empezaron a gastar todos sus ahorros en el cuidado de su imagen. El sexo dejo de tener una finalidad reproductora y pasó a ser una simple diversión, el amor comenzó a ceder terreno a la depravación, y pronto el sexo con el género opuesto empezó a ser poco seguro y algo considerado sucio. La obsesión por la imagen fue en aumento, empezaron a pintarse las garras y otros ponían en sus cuerpos apéndices que iban desde su cabeza hasta la última vértebra de su cola. Comenzaron a llevar joyería y ropa de marca que marcaba las partes de su cuerpo más lascivas... algunos empezaron a desarrollar tanto su musculatura que ciertas especies perdieron el uso de sus extremidades delanteras en favor de potentes cuartos traseros y desgarradoras mandíbulas.
Después con la llegada de líneas aéreas baratas empezaron a viajar todo lo posible a lugares exóticos como la parte sur de Eufrasia o el quizás aun inexistente por aquellas fechas archipiélago Mu, donde sus bacanales se multiplicaban deseosos de probar carne exótica en todo tipo de actividades pecaminosas.
La cuestión es que el ocio y el disfrute personal se hicieron incompatibles con la ley natural de reproducción, la familia era el freno a aquella vida desenfrenada, así que la tendencia de soltería y homosexualidad fue en aumento, por lo que dejaron de procrear y se dedicaron a escribir libros sobre maneras en la mesa, a salir en la tele (llegó un momento en el que en cada canal , a la misma hora había un tertuliano homosauriosexual), a decorar los sitios donde pasaban con huesos, huevos fosilizados y otras fanfarronadas, incluso las cavernas en las que vivían estaban llenas de velas, flores y pinturas rupestres.
El sexo sauricomasculino y el femenino pasaron a llamarse “homosexualraptus” y “triceralesbianicus” y la vida se hizo tan de aquella forma que ante la falta de descendencia y el vicio que invadía la Tierra por sus cuatro esquinas, el Señor, como castigo, decidió mandar un aumento de la temperatura del plano terrestre y para asegurarse que de verdad aquellos mensajeros del mal, príncipes de la depravación, demonios sáuricos sin moral que no tenían Dios ni amo, lanzó un meteorito cuyos fuegos, humos y cenizas acabaron con todos ellos.
Siguió un tiempo de explosiones, erupciones y oscuridades y tras los tormentos llegó de nuevo la calma. Todo siguió con el orden establecido, el Sol se veía de nuevo girar alrededor de la Tierra, por cuyas esquinas el agua del océano caía al averno espacial, trilobites vestidos de azul segaban algas en los campos anchos y planos de la Castilla submarina, las trilobites educaban a sus hijas en el noble arte del bordado y el cuidado de sus maridos e hijos... y entonces, sólo entonces, todos fueron felices.
Don Inocencio,
Sacerdote de la Parroquia de San Beda el Venerable,
Valdemanco de Esteras (Ciudad Real)
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